27

4.5K 472 507
                                    

Michael

Hoy es una de esas mañanas en las que prefería no salir de la cama y esconderme bajo las sábanas, esas temas protectoras que sirven tanto para protegernos del frío, como de los asesinos y monstruos que aparecen debajo de la cama o de los sentimientos negativos que nos provoca el mundo exterior. Es el segundo día sin Luke en casa y todavía me cuesta asimilarlo. Levanto la vista y descubro que el despertador no ha sonado. Otro día sólo en casa.

Dejo de lado mis pensamientos negativos y me levantó a regañadientes en dirección al baño. Un par de manchas negras se forman por debajo de mis ojos a causa de las pocas horas de sueño. Lavo mi cara rápidamente y me vuelvo a la habitación en busca de alguna prenda limpia ya que toda mi ropa se encontraba sucia y pocas ganas tenía de lavar.

Cojo mi celular y lo desbloqueo, esperanzado en encontrar un mensaje de Luke pero no hay nada. El último mensaje que tengo es de Ashton, dejándome saber que su hermano había llegado sano y salvo con él. Arrastró mis pies a la cocina, deprimiéndome al primer momento en que veo la pila de trates sucios que me esperan.

Mal desayuno tres tostadas y un zumo de naranja, dejando los trastes sucios amontonados en otros trastes sucios y me vuelvo al sofá, dejándome desparramar con el control remoto entre mis manos. Subo los pies en la mesita de centro y miro a mi lado, encontrando el oso de peluche rosa que había ganado para Luke en la feria.

—Sólo quedamos tú y yo, ¿eh? —bromeé, tratando de subirme el ánimo aunque sea un poco. El oso de peluche se cae del lado contrario, dejándome claro que sólo era yo. —Extraño a tu dueño.

Tras unos minutos de total silencio y darme cuenta que no ganaba gana quedándome en casa finalmente me levanté del sofá, cogiendo al oso de peluche y lanzarlo lejos en donde no pudiera verlo. Simplemente no quería nada cerca que me recordará a él.

Seguramente él se encontraba bien con su hermano, es decir, desde un inicio allá era donde tenía que estar no conmigo. Yo no era su niñero y la única razón por la que había accedido a cuidar de él fue por Ashton. Y honestamente todavía tenía sentimientos por él.

Sacudí la cabeza, deshaciéndome de aquellos pensamientos respecto a mi mejor amigo. Se supone que tenía novio y aunque estuviera lejos, seguía ahí y yo fui un idiota al alejarlo de mí. Restregué mi rostro con ambas manos, llegando hasta mi cabello y tirar de los extremos.

Mis pensamientos fueron interrumpidos gracias a un golpe de la puerta y agradecí para mis adentros a quien sea que estaba al otro lado de la puerta. Arrastré mis pies hasta la puerta, encontrando a Harry y Louis del otro lado.

— ¿Qué quieren? –pregunté de mala gana, no teniendo mucho ánimo de invitarlos a pasar. El apartamento estaba hecho un asco.

— ¿No has tenido una mamada de buenos días? –se burló Louis, tirando a Harry de la mano y entrar al apartamento cerrando la puerta detrás de sí. –No escuché gemidos así que vine a ver que sucedía.

—No sucede nada, puedes irte. –murmuré, volviéndome a Harry que parecía estar incómodo.

Louis arrugó la nariz, seguramente reconociendo el desagradable olor de comida caducada, sin embargo se abrió camino entre la ropa sucia tirada en el suelo y tirarlas en el cesto de lavandería que seguramente Luke había comprado.

— ¿Dónde está el rubio, por cierto? –preguntó de nuevo, lanzándole una sonrisa al rizado para que lo siguiera.

—'Terminamos.

— ¿Qué quieres decir? –preguntó Harry.

— ¿Terminaron por decisión mutua? ¿O es qué decidiste esto por tu propia cuenta? –prosiguió Louis, inclinándose hacia la mesita de centro y quitar unas cuantas envolturas de comida y tirarlas en el cesto de basura. —Harry, bebé ven aquí.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now