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Desde que regresamos de cenar, Michael no paraba de maldecir en voz baja y caminar de un lado a otro en todo el apartamento. Bien dije que no quería volver a vivir con él pero al verlo en el restaurante me había suavizado un poco. No estaba seguro de que sucedió allá pero Michael nunca antes se había comportado de esa manera.

—Respira, Michael. –dije en voz baja, sentándome a su lado y frotar su espalda. Me sentía mal al verlo de esa forma tan vulnerable. Quisiera ayudarlo pero no sabía qué hacer en esos momentos.

Un segundo después comenzó a calmarse un poco. Levantó un poco la mirada, dedicándome una sonrisa torcida.

—Gracias.

Michael estaba temblando.

— ¿Estás mejor? –pregunte suavemente, inclinándome y sostener su cara entre mis manos. Él suspiro, alejándose un poco y pasar ambas manos por su cabello teñido. Se le veía agitado.

—Lamento que hayas pasado eso en el restaurante. –murmuró al mismo tiempo que se giraba a mi dirección tratando de pedirme disculpas. —No tenía idea que él estaría ahí.

—No hay problema. –asentí con la cabeza. —No me molesto en lo absoluto. Solo me importa saber que te encuentras bien.

Michael asintió y sonrió forzadamente. —Estoy bien.

Esboce una pequeña sonrisa al escuchar su respuesta. Aunque su respuesta no hubiese sido sincera con eso me conformaba por ahora. No quería presionarlo y empeorar las cosas con él. Bastante tenía con todo lo que paso anteriormente.

— ¿Quieres que te lleve a casa? –preguntó en voz baja, encogiéndose de hombros.

—Uh, seguro. –asentí no muy convencido de dejarlo e irme. Quizás Michael fuera un estúpido sin corazón pero siempre había algo en él que me traía de vuelta, sin importar cuánto daño me causara.

—Bueno, será mejor que nos vayamos ahora. –intentó sonreír mientras se dirigía a la puerta y cogía las llaves del coche.

Asentí y rápidamente salte del sofá dirigiéndome a la salida. Michael me dedico una pequeña sonrisa incluso antes de salir de su apartamento y cerrar la puerta detrás de sí. El edifico usualmente estaba vació o más bien los pasillos. Gente vivía aquí pero siempre parecía estar sin alguna alma.

Michael en segundos fue capaz de seguir mi paso y lentamente su mano buscó la mía para después entrelazarla. Trate de mirarlo de reojo, encontrando su mirada clavada en mí.

— ¿Por qué me miras? –pregunté.

—No lo sé. –suspiró largamente. – ¿Te molesta si lo hago?

—No, me gusta. –sonreí.

Su mano apretó un poco más la mía como si evitara dejarme ir. Yo no sabía mucho acerca del amor. Nunca me había enamorado de una persona a tal magnitud de dar la vida por esa persona pero cuando estaba cerca de Michael mi corazón latía a toda velocidad y el pensamiento de enamorarme de él me daba miedo. Comenzaba a creer que Calum tenía razón y era gay.

— ¿Podemos cenar una vez más? –pregunto Michael una vez dentro del auto mientras encendía la radio y Red Hot Chili Peppers sonaba de fondo. –No te llevaré a ningún lugar lujoso. Lo prometo.

—Eso suena bien. –asentí, bajando la mirada a mis dedos entrelazados entre sí. Estaba demasiado nervioso al estar solo con él en un lugar tan pequeño. —Podemos hacerlo otra noche.

— ¿Te parece mañana por la noche? –cuestionó manteniendo la mirada al frente.

—Si, por supuesto. –susurre y mordí mi labio inferior con nerviosismo. —Puedes mandarme un mensaje para así ponernos de acuerdo.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now