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A la mañana siguiente mientras las cosas entre Mónica y mi hermano parecían haberse resuelto con un par de abrazos, películas y botes de helado nos encontrábamos en el comedor desayunando para que después cada quién se fuera a hacer lo que necesitaba hacer. Mi hermano iría al trabajo como todos los días, dejando a Mónica en casa conmigo pero el día de hoy sería diferente ya que iría al aeropuerto a recoger a mi mejor amigo y una vez hecho volveríamos a casa.

Mónica se encontraba de vuelta en la cocina, sirviendo los últimos trozos de comida en el plato de mi hermano, asegurándose de que se fuera bien comido junto al almuerzo que preparaba todos los días. Yo no estaba seguro de lo que mi hermano hacía en el trabajo, pero debía ser cansado para que regresará casi a media noche, cayéndose del sueño.

— ¿Puedes ponerte los pantalones? –se burló Ashton al verme entrar a la sala de estar vistiendo solo mis bóxeres.

—Pero tengo hambre. –me quejé, sentándome en uno de los taburetes de la isla y coger un plato vació. La caja de cereal ya se encontraba en la mesa de mármol por lo que solo tuve que sacar la leche y volver a sentarme. Mi desayuno de todos los días consistía en un bol de cereales y un jugo de naranja después.

No era precisamente el mejor desayuno, todo el mundo podría decírmelo pero yo estaría haciéndolo.

— ¿Quieres panqueques? –preguntó Mónica, sentándose frente a nosotros con el almuerzo de mi hermano en una de esas bolsas reciclables.

—Yo, uh, sí. –murmuré, sintiéndome intimidado por estar solo en bóxeres frente a la esposa de mi hermano.

Mónica asintió, riéndose por lo bajo y volvió a la cocina, pero Ashton la detuvo diciéndole que el mismo lo haría y que ella necesitaba reposo. El vientre de la castaña ya no podía ocultarse.

— ¿Han pintado el cuarto del bebé? –pregunté de pronto, rompiendo el silencio en la mesa. Además de tener mi propia habitación, sobraba una por lo que supuse que se trataría del bebé y ahora que sabían que sería un niño, no sería difícil elegir el color adecuado para pintar además de uno que otro peluche y adorno.

—Está semana estaré ocupado hasta tarde, por lo que estamos buscando el día perfecto para hacerlo. –respondió mi hermano, volviendo con un plato de panqueques y dejarlo en la mesa. —Podrías ayudarnos, si quieres.

—Sí, eso sería genial. –asentí.

—Así que, ¿a qué hora irás por tu amigo? –preguntó Mónica, cogiendo un panqueque de su plato y empujarlo dentro de su boca.

—Dentro de un par de horas, supongo. –respondí, encogiéndome de hombros.

Ashton se posiciono detrás de Mónica, envolviendo sus brazos alrededor de su cuerpo y mantener sus manos sobre su vientre, acariciando suavemente. Ambos estaban emocionados con todo esto acerca de la llegada del bebé y yo tampoco podía esperar para conocer a mi sobrino.

— ¿Puedo acompañarte? –pidió Mónica, posando su mano por encima de la mano del rizado y formar pequeños círculos.

— ¿Estás segura? –preguntó mi hermano, inclinándose a besar su frente y volver a tomar asiento a un lado.

—Sí, quiero decir no puedo hacer mucho esfuerzo así que por qué no. –sonrió dulcemente, empujando un trozo de panqueque a su boca. —, después podríamos ir a comer, no lo sé.

Era obvio que Mónica no la estaba pasando bien en casa todos los días, sin hacer mucho además de sentarse a ver viejas películas y comer cualquier antojo que pidiera el bebé.

—Pero tú amigo tiene una bebé, ¿no? –cuestionó Ashton, alcanzando la mano de su esposa por encima de la mesa.

—Sí, pero no sé si la traiga consigo. –admití.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now