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—Lo siento. –él sorbió por la nariz mientras limpiaba bruscamente sus lágrimas con el dorso de la mano. —No era mi intensión herir tus sentimientos.

—No. –lo detuve rápidamente impidiendo que siguiera. No era justo que fuera él el que pidiera disculpas todo el tiempo.

El rubio miró hacia abajo, como si estuviera herido y en verdad que lo estaba, ambos lo estábamos pero nunca nadie nos dijo que esto sería sencillo, nunca lo es.

Suspiré fuertemente y puse mis manos a cada lado de su rostro. Él levantó su mirada, clavando su vista en mí y en nadie más. —Está bien, estaremos bien siempre y cuando estemos juntos.

—Sí. –asintió. —Te necesito para siempre.

Una sonrisa se cruzó por mi rostro hasta llegar a mis oídos al escuchar esas palabras tan anheladas. —Me tienes para siempre, Lukey –boo.

Di un paso más hacia él, cerrando el espacio que nos mantenía separados para presionar mis labios contra los suyos. Los labios que he estado esperando para besar me ha parecido una eternidad.

Sentí como el tiempo se detenía, al mismo tiempo que nuestros labios se movían rítmicamente sobre los otros, tal y como si este fuera nuestro último beso. Podía sentir la pasión y profundidad que fácilmente regresaba. Todo se sentía tan normal y correcto y ahí fue cuando comprendí que debía seguir luchando por esto. No me importaban las adversidades, nada de eso importaba y eso era gracias a que mi único enfoque en estos momentos era él.

—Me importas más de lo que me gustaría. –le dije en voz baja, presionando mi frente contra la suya.

—No hay nada malo en preocuparse por alguien. –dijo él.

—Te convierte en una persona débil. –admití.

Él dejó escapar una risita mientras se inclinaba a besar de nuevo mis labios y envolver sus brazos alrededor de mi cuello. —Te amo, Mikey –boo.

El momento era demasiado dulce contra mis labios, mis manos se movieron desde sus mejillas hasta la parte posterior de su cuello, tirando de mí más cerca de él. Nuestras caderas se presionaban una contra las otras por lo que no teníamos mucho espacio para movernos. Él se separó de mí antes de lo que yo hubiera querido.

— ¿Quieres quedarte conmigo está noche? —sonrió a medias como el recuerdo de nuestras noches anteriores se apoderó de él. Por mucho que quisiera quedarme con él, no podía.

—Creo que es mejor que me vaya. –me reí, todavía estando a centímetros de su rostro.

—No te vayas, por favor. –pidió con un pequeño puchero.

—Mañana estaré contigo, mi vida. –dije antes de acercar mis labios a los suyos.

Me di la media vuelta per antes de seguir mi camino, me detuvo girándome de vuelta hacia sí y echar sus brazos a cada lado de mi cuello, retrocediendo unos pasos y cerrar la puerta.

—Estuve mucho tiempo sin ti. –susurró. —No quiero pasar otro día sin ti, Michael.

Sus brazos se enredaron alrededor de mi cintura, atrayéndome a su pecho como fuera posible de tal forma que podía sentir la velocidad de su latido del corazón contra mi pecho mientras aún estábamos juntos.

—Puedes estar conmigo para siempre. —trague saliva. —O si lo deseas, puedes estar conmigo sólo por ahora.

Me eché suavemente hacia atrás para ver su expresión. Sus ojos se abrieron mucho y sus labios buscaban desesperadamente los míos.

— ¿Qué te dice el corazón?

Observé como su mano viajaba por mi mejilla, acariciando suavemente e inclinarse a rozar sus labios. Parpadeé un par de veces, dándome cuenta de lo que había dicho. Yo no estaba listo para el matrimonio ni nada por el estilo, pero si sabía que quería estar con él.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now