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Parte I

—Buenos días. —dijo Oliver como salí de la habitación, encontrándolo de pie en la cocina preparando el desayuno de nuevo. Miré alrededor de la sala, sorprendido que todo estuviera limpio y en orden, cosa que rara vez sucedía pues era demasiado perezoso para recoger.

—Buenos días. —murmuré, agachándome a recoger mis zapatos y volver a mi habitación donde deberían de estar.

Él ha estado haciendo esto últimamente y aunque, me gustaba tener mi departamento en orden y limpio, me sentía incómodo con Oliver ahí todo el tiempo. Estaba bastante seguro que Oliver estaba de acuerdo con todo esto de la limpieza desde que le dije que necesitaba mi propio espacio.

No quería a Oliver viviendo aquí.

— ¿Dormiste bien? —continúo mientras ponía un par de platos sobre la mesa y se volvía al mostrador de la cocina. —Espero que sí, bebé.

— ¿Qué estás haciendo? —hice caso omiso a su pregunta, todavía sin comprender porque necesitaba vivir conmigo. Es decir, he ido una que otra vez a su departamento y no estaba sucio, ni estaba demasiado lejos. Era incluso mejor que mi departamento.

— ¿Tu desayuno? —se echó a reír como si fuera demasiado obvio. Puse los ojos en blanco, dándome por vencido por ahora. No podía competir contra él y no debería de quejarme tanto. Oliver hacía todo por mí últimamente.

Tomé asiento al otro extremo del comedor, mirando atentamente los platillos puestos sobre la mesa. No podía quejarme de la comida del chico, porque sin duda era la mejor que había probado en mucho.

— ¿Tienes que hacer algo hoy? —preguntó, dejando dos vasos de juego sobre la mesa y tomar asiento finalmente.

—No. —murmuré.

Cogí un tenedor y lentamente piqué la fruta picada que había preparado, mezclándola con miel y granola en diferentes platos. Aparte de la fruta picada había tostadas, zumo de naranja, tocino, huevos y un trozo de pan integral a un lado de mi plato principal.

—Entonces, ¿podrás estar conmigo el día de hoy? —sus ojos brillaron de felicidad.

De pronto, empecé a sentirme mal conmigo mismo y por la manera en la que trataba a Oliver. Él no merecía el mal trato que solía darle, sin embargo a veces simplemente estaba demasiado molesto con todo el mundo y Oliver siempre estaba acechándome. Simplemente no me daba un respiro, y eso me frustraba.

Además que siempre ponía excusas acerca de ir a trabajar, aunque no tenía un empleo y sólo estaba fuera todo el día hasta que mis pies dolerán de caminar para luego regresar a casa completamente agotado, diciéndole que sólo necesitaba dormir. Eso no era una mentira.

Para los próximos minutos me quedé en completo silencio, tratando de pensar en otra excusa y librarme de él. Pero la mirada de Oliver estaba clavada en mí, por lo que no podía concentrarme lo suficiente. Sólo estábamos ahí sentados mirándonos el uno al otro en un incómodo silencio.

— ¿Michael? —me llamó.

Levanté la mirada de mi desayuno, apenas dándole una mirada. — ¿Qué sucede?

— ¿Realmente me quieres? —mordió nerviosamente su labio inferior mientras jugueteaba con sus dedos por debajo de la mesa, obviamente ansioso.

No podía mentirle al pobre chico, no era justo para él que perdiera su tiempo con alguien como yo. Sin embargo, eso significaría ya no más deliciosos desayunos, ropa limpia y sexo casual cuando lo necesitaba.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now