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Luke

Michael se veía tan tranquilo con los ojos cerrados. Nadie podía ver todo el dolor que cargaba.

Mi corazón dolía con tan solo imaginarme el dolor que cargaba desde que era un niño. Honestamente nunca imagine que alguien como Michael escondiera un secreto como ese. Él era una persona tan buena, ¿por qué tuvo que pasarle eso?

Lentamente me incliné, deposite un pequeño beso en su frente y lo envolví en mis brazos, dejando escapar un largo suspiro.

—No hagas eso. —continuó. —No quiero que me tengas lastima a partir de ahora; te conté eso porque te quiero, no porque quiera tú lastima.

—Vuelve a dormir, Michael. –pedí dulcemente, atrayéndolo a mi pecho y dejar un beso en su mejilla.

Se ríe, al tiempo que sus músculos de su cara vuelven a su estado original y cierra los ojos.

A la mañana siguiente fui el primero en despertar. Michael dormía plácidamente a un lado mío. Me levanto sigilosamente, tratando de no despertarlo y me inclinó a coger mis pantalones. — ¿A dónde vas? -me pregunta apenas en un susurro.

—Haré el desayuno. —anuncié, dedicándole una sonrisa. —Tú quédate aquí.

—No te vayas. —su mano coge la mía, devolviéndome a mi posición anterior. —No te vayas, por favor.

— ¿Por qué si quieras piensas que me iré? —le pregunto, inclinándome y pasar un brazo por su pecho.

—No me sorprendería que te fueras después de qué te conté eso. —murmura, tirando de las sábanas y cubrir su rostro. —Soy un asco de persona.

—No lo eres. —le digo, sintiendo un nudo en mi garganta. —Michael, te amo y si piensas que deshacerse de mí será fácil, sigue intentando.

Michael se ríe.

—Te amo. —me dice, bajando apenas las sábanas para que pueda verlo. —Te amo mucho y no sé qué hice para tener a alguien como tú en mi vida.

—Eres muy cursi cuando te lo propones, ¿sabías eso? —me rió entre dientes mientras le doy un rápido beso en los labios y salgo de la habitación.

En realidad me gustaba cuando Michael dejaba al descubierto su lado sensible y me decía todas esas cosas románticas que sabe Dios de dónde sacó. Me gustaba la forma en la que se movía impaciente a mi lado, buscando tocarme.

Me dirijo a la cocina y abro la alacena en busca de algo de cereal. Pese a lo que sucedió ayer con el intento de nuestra torta, todo estaba sucio y embarrado y pocas ganas tenía de ponerme a limpiar y cocinar algo.

—Te extrañe. —Michael me coge de la cintura, pegándome a su pecho. Puedo sentir su respiración chocar contra mi cuello.

—No han pasado ni siquiera cinco minutos. —me rió y me doy la vuelta, quedando de frente a él.

—Cinco minutos es igual a una eternidad sin ti. –me dice, mientras pone su mano en mi cuello y acerca su mano a la mía. —Salgamos y tengamos una cita. Te llevare a uno de mis lugares favoritos. No siempre está y cada vez que tengo la oportunidad voy pero está vez iré con alguien.

—Entonces salgamos. —murmuró, inclinándome a sus labios apenas rozándolos. Michael emite un gemido y muerde mi labio inferior. —Michael...

—Ahora no, pequeño. —se ríe tontamente, besando mis labios cortamente. —Cuando regresemos, podremos hacerlo. Donde quieras.

— ¿Puede ser aquí? —muerdo mi labio inferior, golpeando la mesa de mármol. —Me gustaría que fuera aquí.

—Donde tú quieras, bebe. –jadea, moviendo sus caderas contra las mías. —Te haré el amor donde quieras.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now