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PARTE III (última parte)

— ¡Heey, Michael! —reí como presionaba reiteradas veces el botón de la cámara, obteniendo diferentes fotos de un Michael completamente distraído.

Estábamos de regreso a su departamento y todavía tenía mis dudas acerca de lo sucedido con aquel chico, ya que su departamento lucia destruido. Había platos rotos en el suelo con comida en ellos, jugo de naranja salpicado en las persianas y cristales rotos. El florero que anteriormente Michael menciono se encontraba en el suelo.

Sin embargo, Michael parecía estar completamente de acuerdo en ver su departamento tan sucio. De todos modos, él nunca fue un aficionado a la limpieza, por lo que dejé pasarlo.

— ¡Michael! —grité.

— ¿Qué? —me miró con cara de pocos amigos sin querer despegar la mirada de su celular.

—Moose. —murmuré y apreté una vez más el botón de la cámara antes de tener suficiente de fotos por el día de hoy.

Estaba demasiado cansado para siquiera hacer algo más, a no ser que Michael quisiera hacer algo. Pero no parecía tener ánimos de volver a salir, así que todo estaba bien por el momento y aunque, estuviéramos en su departamento todavía no me quitaba su chaqueta.

Era demasiado caliente y cómoda para querer quitármela, teniendo en cuenta que el olor de Michael estaba impregnada en ella junto a un olor a cigarrillos.

—Estoy aburrido. —suspiré, volviéndome a Michael y acurrucarme en su regazo, manteniendo una de sus manos sobre mi estómago. Su mano pronto comenzó a trazar pequeños círculos alrededor de este, provocándome cosquillas.

—Bebé, ¿puedes darme los cigarrillos de la chaqueta? —pidió tiernamente. Asentí levemente con la cabeza, metiendo la mano dentro del bolsillo y sacar la cajetilla para luego entregársela. — ¿Te molesta que fume aquí?

— ¿Cuándo lo retomaste? —espete.

No me molestaba que fumara, pero si me preocupaba que algo malo sucediera si eso se volvía un mal hábito.

— ¿El qué?

—Sabes a lo que me refiero. —dije mientras me enderezaba y lo miraba directamente a los ojos, exigiendo una respuesta.

Él se quedó en silencio por un momento, sin dejar de mirar hacia abajo y mantener su labio inferior entre los dientes como si estuviera teniendo problemas para hablar o formar una frase adecuada para explicar plenamente por qué fumaba de nuevo.

—Fue un infierno. —susurró antes de levantar su mirada y encontrarse con la mía. —Absolutamente fue un infierno estar alejado de ti.

—N –No comprendo por qué te fuiste. —admití, conteniendo las lágrimas. No quería demostrar lo débil que era. —Me dejaste sin previo aviso, sin razones. Si te hice sentir mal o dije algo malo, será mejor que me lo digas en estos momentos.

—Ambos sabemos porque.

—No, yo no sé. —negué con la cabeza, las lágrimas derramándose por mis ojos una vez más. —Un puto año sin saber dónde estabas o cual fue el motivo de nuestra ruptura. Simplemente no lo entiendo, Michael.

A estas alturas era un desastre total, mis lágrimas me nublaban la vista y aunque trataba de limpiarlas cada cinco segundos seguían apareciendo a raudales.

—No tienes ni idea. —la voz de Michael se quebró al mismo tiempo que dejaba su celular en la mesa del centro. —Yo nunca quise hacerte daño, no quería dejarte pero...

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now