epilogue

3K 370 466
                                    

Dedicado: A todas las personas que apoyaron y leyeron la historia. Este fic significa literalmente el mundo para mí, porque ni siquiera sabía cómo darle inicio y ahora estoy muy feliz de haberlo logrado.

Estoy demasiado triste, pues era mi historia favorita y la que más disfrutaba escribir. Muchas gracias por leer la historia, y si alguna vez necesitas hablar con alguien o necesitas que alguien te escuche, puedes contar conmigo. Todas y todos ustedes son personas increíbles, perfectos, divertidos y lo mejor que he tenido en mucho. Y aunque nunca los he conocido y viceversa, siento como si ya los conociera. 

¡Las quiero muchísimo!

-

Mis manos se movían nerviosamente sobre mi regazo mientras mi mirada volvía y venía desde la puerta donde hace apenas unos segundos Michael había desaparecido a causa de una llamada y de vuelta al cielo, admirando todas las estrellas.

Quizá debería estar enojado con Michael por mantener su celular encendido cuando se supone que sólo estaríamos nosotros dos y nadie más, pero desde que llegamos no ha despejado la mirada de su celular. Fueron más de tres veces las veces que alguien llamó y el chico salió de la habitación a atender la llamada y cada vez que regresaba, sus ojos se encontraban rojos y llorosos.

Me hubiera gustado preguntarle que andaba mal y de quien se trataba, pues comenzaba a preocuparme. Él estaba llorando demasiado el día de hoy, cosa que no sucedía a menudo. Definitivamente algo andaba mal y quería averiguarlo.

Sin embargo, mis pensamientos se vieron interrumpidos cuando vi a Michael de nuevo desde el umbral de la puerta. Sonreí genuinamente al verlo de nuevo, pero mi sonrisa rápidamente se desvaneció al ver como lágrimas se deslizaban por sus rosadas mejillas.

Mi corazón ardió en el momento que lo vi llorar de nuevo el día de hoy, y aunque quise levantarme y correr a abrazarlo, sabía que esto no estaba en mis manos. Por supuesto, yo podría consolarlo y ayudarlo a desahogarse, pero eso no aseguraba que Michael estaba bien. Era claro que nada estaba bien desde que las llamadas comenzaron.

— ¿Estás bien? —cuestioné en voz baja, pretendiendo que nada malo sucedía y sólo estábamos nosotros dos como antes.

Podía ser demasiado cruel, pero ya no sabía que más hacer con Michael si no me dejaba entrar. Yo no podía adivinar las cosas, debía decirme lo que estaba mal para poder ayudarle.

—Estoy bien. —dice con una sonrisa forzada mientras se sienta a un lado mío y coge una de las mantas que había traído. Se inclinó a besar mi frente, pasando la manta por encima de mis hombros.

—Parece una llamada importante. —dije con la esperanza que me dijera algo más.

Él niega con la cabeza. —No lo era.

Abrí mi boca para decir algo más, pero los labios de Michael se encargaron de hacerme callar. Sus manos recorrieron lentamente mis mejillas, acariciándome con suavidad mientras su lengua se abría paso por mis labios, pidiendo permiso de entrar.

Gemí en el beso y antes que las cosas se pusieran calientes, rompí el beso echándome suavemente hacia atrás. Él gruñó molesto al notar como me separaba, pero ni siquiera me miró.

Hubo un silencio abrumador entre nosotros, ya que ninguno se dignaba a iniciar un nuevo tema de conversación por lo que simplemente me dedique a mirar las estrellas. Sin duda era una hermosa noche con la luna gigantesca y en lo único que podía concentrarme era en contar las estrellas, aunque sabía que nunca terminaría.

— ¿Alguna vez lo has hecho? —Michael fue el primero en hablar, levantando la mirada al cielo y obtener una vista completa de las estrellas por encima de nosotros.

Sacudí la cabeza sin dejar de mirarlo ni un segundo, era como si quisiera recordar y aprenderme de memoria cada facción suya. Aunque, la realidad era que ya lo hacía.

Desde hace mucho tiempo lo hice, pero nunca me cansé de observarlo detenidamente. Cada facción suya era tan malditamente especial para mí, que juraría nunca cansarme de mirarlo. Podría pasar miles de años y yo todavía no estaría cansado de mirarlo. Michael no era una persona perfecta, nunca lo sería pero estaba bastante cerca de serlo para mí.

— ¿Qué sucede? —interrumpió, con una pequeña sonrisa en su rostro. Se inclinó hacia adelante mientras sus dedos recorrían mi cabello, su aliento chocando contra mi cuello y dejar cuidadosos besos.

— ¿Qué estás haciendo, gatito? —gemí contra su boca cuando sus labios se presionaron contra los míos, moviéndose con avidez. Dejé escapar un leve gemido cuando sentí como Michael se movía por encima de mí, moviéndose contra mis caderas y crear un poco de fricción. Apenas terminamos de tener relaciones sexuales, pero él parecía estar bien con ello.

Sin embargo, me aparté con la respiración pesada mientras Michael me miraba confundido. — ¿Por qué? —sus palabras se esfumaron sin poder terminar la frase.

—Estoy cansado, bebé. —mentí con facilidad.

Honestamente no tenía ánimos de continuar con esto, pues no tenía idea de cómo podría reaccionar Michael de nuevo. Además, de no ponerle un alto nuestra relación se basaría en puro sexo, y era lo último que quería.

Michael asintió y perezosamente se acurrucó a mi lado, pasando mi brazo por encima de su brazo para que pudiera descansar su cabeza en mi pecho. Mi pecho bajaba y subía con rapidez, de pronto todos mis pensamientos acumulándose dentro de mi cabeza.

Todo lo que podía pensar era en la extraña actitud de Michael y la manera en la que hablaba, como si fuera la última vez. Mordí mi labio con temor, bajando la mirada al chico para encontrarlo con los ojos cerrados y los labios ligeramente abiertos.

— ¡Pide un deseo, Lukey—boo! —chilló como una estrella fugaz pasó por encima de nosotros y el chico se enderezó. Siguió la estrella con la mirada hasta que esta desapareció por completo.

—No necesito deseos. —admití, encogiéndome de hombros mientras lo atraía hacia mi pecho. —, te tengo a ti.

Entonces los ojos de Michael pronto se llenaron de lágrimas mientras sacudía la cabeza y maldecía por lo bajo, dejándome completamente confundido. Quise acercarme a él y abrazarlo, pero justo antes de que eso sucediera su celular comenzó a sonar de nuevo, impidiendo que me acercará.

El chico se levantó rápidamente y miró hacia la pantalla de su celular para luego mirarme por una fracción de segundo y después volver a su celular, y nuevamente volver su mirada a mí.

— ¿No vas a contestar? —pregunté.

Michael negó. —Y -Yo sólo necesito. —hizo una pausa y se inclinó hacia adelante, besando mis labios castamente. — ¿Sabes algo, Luke?

Lo atraje hacia sí mientras envolvía mis brazos alrededor de su cuello y picoteaba sus labios, sonriendo contra su boca. Nuestros besos ya no eran exigentes ni apasionados, pero si suaves y tiernos como en las novelas románticas que Mónica solía leer.

— ¿Qué cosa? —pregunté un momento antes que Michael se echará suavemente hacia atrás, y volviera a posicionarse frente a mí con sus manos entrelazadas con las mías.

Sonreí como note nuestras manos unidas después de mucho tiempo, todo parecía volver a la normalidad.

Nos quedamos en silencio durante los próximos minutos hasta que finalmente Michael decidió hablar.

— ¿Recuerdas hace años cuando me preguntaste por qué odio el concepto del amor? —Michael cuestionó, dejando escapar un profundo suspiro mientras lamía sus labios.

—Sí.

—Tengo una razón. —dijo como se inclinaba, colocando lentamente sus labios sobre los míos una vez más.

— ¿Cuál es? —le pregunté, mordiendo mi labio inferior con nerviosismo antes que se separará y regresará de nuevo a mis ojos.

—No te quiero.

FIN


Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now