Roommates » Muke AU

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Un año parece ser demasiado para un torpe adolescente que todavía no es capaz de superar a su ex novio, quien por cierto lo lastimó un millón de veces, pero aun así pensaba que era el mejor de todos. Era muy estúpido, pues a pesar de ser casi mayor de edad, todavía creía que el amor de mi vida regresaría y me pediría perdón para luego vivir felices por siempre con un montón de niños a nuestro alrededor.

Sí, un año y todavía no podía regresar al juego de conocer personas nuevas, tratando de mantener mi mente distraída. Mi hermano me ha dicho un par de veces que es hora de dejarlo ir y continuar con mi vida, pero no es tan sencillo como parece.

Lo único que quería era caminar de la mano con Michael una vez más, murmurarle al oído y besar sus suaves labios. Me gustaría volver a verlo y pedirle que se quedará conmigo un minuto más, sólo un minuto bastaba para robarme el aliento.

La noche anterior me había quedado despierto, con mi celular encendido y una bolsa de papas fritas al lado que comía constantemente. Fui capaz de releer mi última conversación con Michael antes de llegar a la conclusión que por más que lo deseará, él no volvería y debía vivir con ello mientras lloraba leyendo una y otra vez sus mensajes.

Me senté lentamente en el borde de mi cama, frotando suavemente mis ojos y buscar algo limpio que usar. Cogí una de las camisetas viejas de Michael y aspiré fuertemente el leve olor que todavía yacía en esta. Me había quedado dormido con el celular encendido. Caminé hacia el espejo y arreglé rápidamente mi cabello, tratando de hacerlo ver menos revuelto que de costumbre.

Podía oír a dos personas discutiendo sobre algo en la cocina, por lo que tomé el pomo de la puerta y perezosamente di un paso fuera de mi habitación. Me dirigí a la cocina, donde las voces provenían y encontré a mi hermano alimentando a Chris mientras Cal estaba apoyado en el mostrador.

—Sólo no dejes tu maldita ropa interior fuera del cesto, Dios mío. —el rizado resopló mientras Christopher reía. —, hay un niño en este apartamento.

—Fue un accidente, relájate. —Cal se encogió de hombros, tomando una botella de agua y darle un largo trago.

— ¡Ese no es el punto! —continuó, apretando los puños. —Te lo advertí una vez, ¡te dije que no quería tus calzoncillos por todos lados y sigues haciéndolo! ¡Por eso estoy molesto contigo!

—Bien, ¡entonces será mejor que me vaya de aquí! —Calum argumentó, tirando su botella al cesto de basura. —Pensé que estaba siendo de ayuda al ayudarte a lavar algunos platos.

—Dios, no seas un bebé. —Ashton puso los ojos en blanco.

Miré a ambos chicos por un momento y sin más, tomé a Christopher entre mis brazos y lo llevé a la sala de estar, donde podíamos estar tranquilos y fuera de los gritos de ese par de idiotas. El pequeño rizado comenzaba a dar sus primeros pasos, y aunque todavía tropezará con sus pies, hacía un gran esfuerzo por llegar a su padre cuando este llegaba de trabajar para recibirlo.

— ¡No me llames bebé! ¡No soy un bebé, estoy harto que me digan así! ¡Estoy harto de ti! —Cal gritó desde la cocina. Puse los ojos en blanco y prendí el televisor, sabiendo a tientas que esta solo era una de sus típicas discusiones matutinas y que siempre la solucionaban con un abrazo o algo más.

Conforme cambiaba de canal finalmente me detuve en la misma película que alguna vez vi con Mónica y ella terminó gritándole al protagonista por romperle el corazón a la chica. Reí para mis adentros, recordando lo divertido que era pasar mi día a su lado, a pesar de sus cambios de humor y lo pesada que podía ser cuando se lo proponía. Un año y todavía no supero que haya muerto de esa manera. No culpaba a nadie por su muerte, pues Christopher estaba con nosotros ahora y eso era lo que más importaba en estos momentos, pero todavía me dolía pensar que ella no estaba más conmigo, consolándome en todo momento. Si ella estuviera conmigo en estos instantes, seguramente me diría que todo estaría bien, aunque no fuera así, pero apreciaba el esfuerzo que ponía para verme sonreír.