26

4.2K 461 251
                                    

Había pasado una tarde memorable a lado de mi mejor amigo y su pequeña hija de un año, quien por alguna razón le había parecido amigable y por poco, se echaba a llorar cuando me vio bajar del coche de su padre y despedirme de ellos, prometiéndoles llamarles en cuanto estuviera en casa con mi hermano.

Esa misma mañana, Michael marcó a mi celular, pidiendo una disculpa y preguntarme si podíamos hablar respecto a nuestra relación sin mencionar el tema del bebé. Yo quería, más que nada, tenerlo de vuelta, abrazarlo y besarlo como si la vida dependiera de ello pero ambos necesitábamos un tiempo para pensar en el futuro de nuestra relación. No quería dejarlo, pero de otro modo terminaría dañándome a mí­ mismo si ignoraba el hecho que Michael no quería formar una familia juntos solo para volver a estar juntos.

Miré el reloj que yacía en mi muñeca, verificando que efectivamente mi vuelo saliera dentro de veinte minutos por lo que todavía tenía el tiempo suficiente para comprar alguna golosina y calmar mis nervios. Nunca en mi vida había volado y mi ansiedad aumentaba conforme las manecillas del reloj avanzaban. Nunca me vi en la necesidad de tomar un vuelo, o viajar a otra ciudad básicamente porque toda mi vida estaba en Sidney.

La noche anterior no había podido dormir tan bien como me hubiera gustado por lo que el viaje sería una buena oportunidad para descansar o bien podría esperarme hasta llegar a casa de mi hermano. Los minutos transcurrieron y después de haber disfrutado un café y una rosquilla me dirigí a mi respectivo vuelo.

— ¿Me permite su boleto? —una mujer preguntó con una pequeña sonrisa. Asentí con la cabeza y rápidamente busque en mis bolsillos el mencionado boleto.

En su lugar encontré de nuevo un mensaje de Michael.

« Una vez que subas a ese avión no habrá vuelta atrás, así que por favor no me dejes solo. Prometiste no dejarme »

Un nudo se formó en mi garganta, mientras sacaba el boleto de mi vuelo y se lo entregaba a la mujer.

—Buen viaje. — me deseó al mismo tiempo que me cedía el paso. Tomé una profunda respiración y con todo el dolor del mundo avance. No era una despedida para siempre, pero necesitaba un tiempo conmigo mismo y aunque tenía razones para quedarme no sería lo mismo.

[...]

Una vez que bajé del avión espere por lo menos diez minutos hasta que apareció mi hermano con una sonrisa de oreja a oreja, y sin más corrió directamente a mi dirección, recibiéndome en un caluroso e interminable abrazo.

— ¿Cómo estuvo el viaje? —me pregunta con una sonrisa, como toma mi maleta antes que pueda protestar al respecto.

—Estuvo bien. —me encogí de hombros.

—Las cosas con Michael, eh... —hizo una pausa, buscando las palabras correctas. — ¿Están mejor?

—No lo sé. —admití, no muy seguro de querer tocar el tema en estos momentos.

— ¿Te despediste de él?

—No me gustan las despedidas. —susurré. —le fallé una vez más y lo deje solo.

—Para empezar una nueva etapa tienes que cerrar otra, no tengas miedo de decir adiós, es parte de la vida. —dijo Ashton, atrayéndome hacia sí en un abrazo.

El pensamiento de haber abandonado a Michael quizás en el momento que más me necesitaba no me hací­a sentir mejor. Simplemente me fui de allí olvidando todas las promesas que alguna vez hicimos. Él me pidió que no lo dejará solo y sin embargo, lo hice.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now