12

7.4K 655 228
                                    

Luke

— ¿Tienes que irte ahora? —Michael pregunto por milésima vez.

Sinceramente yo no quería irme de su lado. Lo había echado de menos y lo último que quería era irme del apartamento.

—Uh, sí. –dije, sacudiendo la cabeza y ver la hora en mi celular. Eran un poco más de las 2:00 a.m. y estaba casi seguro que Cal me preguntaría en donde había estado todo este tiempo.

—Es muy tarde. –susurró removiéndose en el sofá y abrazar al León de peluche. —No quiero que nada malo te pase allá afuera.

—No me pasara nada, lo prometo. –sonreí, tratando de animarlo un poco. Yo sabía andar en la calle, nada malo me pasaría. Lo había hecho antes.

— ¿Me enviaras un mensaje cuando llegues a casa? –preguntó pegando al peluche a su pecho.

—Sí, lo haré. –aseguré y salí del sofá dirigiéndome a la puerta cuando me detuvo, obligándome a volver a su lado.

—Quédate esta noche conmigo. –pidió con un hilo de voz.

No estaba muy seguro de lo que pasaba con Michael esta noche. No parecía ser él mismo. Toda la noche estuvo demasiado cariñoso y comenzaba a temer.

—Mañana te llevare a casa yo mismo.

Hice una mueca.

—Puedo quedarme esta noche pero sólo eso. –me encogí de hombros. –mañana me iré por mi cuenta.

— ¿Puedo invitarte a cenar? –preguntó apenas se levantó del sofá y se dispuso a buscar en uno de los cajones del mueble cerca del televisor.

—Creo que es un poco tarde para ir a cenar. –me reí por la pequeña broma a lo que él negó con la cabeza.

—A estas horas lo único que podríamos comer serían hamburguesas. –dijo Michael, divertido con el entusiasmo de un niño. — ¡Quiero una hamburguesa!

Negué con la cabeza volviendo al sofá y esperar a que Michael termine con su búsqueda para acurrucarme a su lado. Sus brazos rodearon mi cuerpo, atrayéndome hacia sí y depositar un corto beso en mi frente.

—Deberíamos dormir.

Michael se puso de pie y me tendió su mano, invitándome a cogerla. No muy convencido la tome y él me dirigió a su habitación y por un momento recordé una de sus reglas: no entrar nunca a su habitación. Él pudo notarlo por lo que me aseguró que no pasaba nada, sólo dormiría ahí esta noche.

—Y bien, ¿qué te parece mi habitación? –preguntó, mientras ingresábamos a la habitación, con una brillante sonrisa de genuino orgullo y satisfacción, sosteniendo el pomo de la puerta. —tuve una infancia dura. Por eso tengo todos esos peluches aquí.

Trague saliva nerviosamente al mismo tiempo que observaba a mí alrededor. Su habitación no era lo que me imagine al principio. Era como si un niño durmiera aquí y no un chico de su edad.

Michael sonrió. —Es estúpido tener todos esos peluches, ya lo sé.—Pienso que es adorable. –le sonreí pasando mi brazo sobre su pecho. —Extrañamente adorable de tu parte.

La mañana del día siguiente Michael apareció en la sala, frotándose los ojos mientras sostenía a un peluche pequeño de un León. Habíamos dormido juntos la noche anterior sin hacer nada malo, simplemente nos recostamos ahí juntos y mientras Michael pasaba su brazo por mi cintura, atrayéndome a su pecho lo único que pude sentir en esos momentos fue una felicidad tremenda. Me gustaría que las cosas entre nosotros siempre fueran así.

Roommates » Muke AUWhere stories live. Discover now