Ambitious || KookMin

30. Maldad

“No es lo que quiero del todo
Quiero dinero, poder y gloria
Quiero dinero y todo tu poder
Toda tu gloria
Aleluya
Quiero tomarte por todo lo que tienes”

Money Power Glory – Lana Del Rey

Tres semanas después.

Jimin y Jungkook habían regresado de su luna miel a la capital de Corea del Sur para regresar a la realidad de sus vidas y sus rutinas normales. Habían valido la pena todos esos momentos vividos en diferentes partes del mundo, pero mayormente en París. Jimin era quien más extrañaría la capital de Francia, porque en esa ciudad llamada la “Ciudad del Amor”, se había enamorado perdidamente de Jungkook. Además era el único lugar donde pudo ser él mismo sin presiones en la mayoría del tiempo, porque su máscara cayó poco a poco y reveló a su ser ansioso de ser amado, descendiendo sus defensas y enamorándose de su esposo.

Ambos eran tan felices en el amor, pero el corazón de Jimin aún seguía llenándose de malicia y eso se lo demostraba con su deseo de vengarse de Yoongi. Ya después vería cómo vengarse de su ex novio, Jackson Wang. Estaba tan lleno de rencor por las humillaciones de hace años, creyendo que con el acto inmoral de la venganza iba a proteger su corazón.

Había hecho todo lo posible para poder ingresar de visita al centro de rehabilitación en el que Yoongi fue internado, lográndolo con la ayuda de su mánager. Ella no estaba tan convencida de toda esa situación, pero Jimin le aseguró que nada malo pasaría.

Yoongi fue informado de la visita desconocida y lo sacaron de su habitación para ser llevado a la sala de visitas. Cuando llegó a ese lugar, buscó entre las personas a algún familiar suyo, pero tal fue su sorpresa al ver la sonrisa burlona de Jimin. Acercándose a él, le miró con odio incomprensible. No soportaba verlo vestido tan refinadamente con esa ropa de alta costura, porque ese angelito debería estar revolcándose en donde pertenecía, la miseria asquerosa.

Jimin observó a Yoongi sentarse frente a él, siendo divididos por la mesa redonda. Amplió su sonrisa socarrona tras ver la ansiedad reflejada en los dedos de Yoongi. Amaba ver su mirada vacía, su rostro demacrado y su ropa hospitalaria simple de color blanco.

—¿Qué haces aquí? —espetó Yoongi con desdén.

Jimin arrugó su nariz con burla y chasqueó la lengua.

—Ay, Yoongi. ¿No puedo visitarte? —bufó.

Yoongi rodó los ojos, cruzando los brazos sobre la mesa.

—No seas hipócrita, Jimin. Tú no estás acá por simplemente visitarme.

—Correcto, Yoongi —corroboró Jimin sin querer dejar su tono burlón—. Vine a conversar contigo sobre ciertos temas.

Yoongi entornó los ojos.

—¿Qué quieres saber?

—A diferencia de ti, yo aprecio mucho a tu hermana, porque ella me demostró no ser prejuiciosa y clasista. Me pregunto por qué la odias tanto. Tu odio hacia mí es entendible por tus prejuicios clasistas, pero el odio a tu hermana es extraño.

No era normal todo el desprecio de Yoongi hacia su hermana, porque tenía que haber razones muy fuertes para odiarla a tal nivel. Jimin había notado la ingenuidad de Yoonji con respecto a su hermano y por eso se encargaría de sacarle a Yoongi sus trapos sucios. Quería aprovecharse de su vulnerabilidad para provocarle y sacarle sus verdades.

Si algo tenían en común Yoongi y Jimin, era su manipulación hacia sus conocidos, pero Jimin era el más inteligente y el más poderoso en la manipulación emocional. Jimin era astuto, calculador y sosegado, pero Yoongi era impulsivo y descontrolado.