El timbre suena y mi tranquilidad se quiebra, no sé qué hacer, qué decir... ¡es que ni siquiera estoy lista para verlo!
Pienso en correr por las escaleras y encerrarme en mi cuarto, pero es tarde para eso. Mamá ya abrió la puerta, y escucho como los pasos se acercan al comedor.
Me acerco a las cortinas para esconderme, pero recuerdo que hace unos minutos mis papás me descubrieron rápidamente, por lo que la otra y única opción es debajo de la mesa.
Me escurro debajo de esta y agradezco que el mantel sea lo suficientemente largo para cubrir mi presencia. Mi respiración se vuelve escandalosa, y me dan unas inmensas ganas de ir al baño.
¿Es en serio? ¿Tiene que ser ahora?
–¿Avril? –la voz de mamá me confirma que ya están en el comedor –¿En dónde te metiste?
Empiezo a rezar para que no me descubra. Sería horrible que me encontrará de bajo de la mesa. ¿Jean que pensaría? "Está loca"
¿A qué hora se me ocurrió meterme aquí? ¿Por qué soy tan tonta?
Escucho pasos recorriendo la habitación, de un lado a otro. Mamá sabe que estoy metida aquí, de lo contrario me hubiera visto subir las escaleras de una u otra forma. De pronto escucho como los pasos se alejan del comedor, dejando mi alrededor en silencio, sin embargo decido contar antes de salir para asegurarme que no halla monos en la costa.
Cinco. Quizás están en el pasillo.
Cuatro. O tal vez se fueron a la sala.
Tres. ¿Y si mas bien están arriba?
Dos. O se arrepintió de venir y se fue.
Uno. Aquí vamos.
Con cuidado asomo mi cabeza, con mis ojos recorro la habitación lentamente, buscando signos de vida, pero nada. No hay nadie en el comedor.
–Ya Avril, me estás preocupando, hablo en serio. ¿Qué haces ahí? –pregunta mamá, quién está recostada en el portón de la habitación.
Busco nuevamente en el cuarto a Jean pero no está.
–¿Y Jean? –susurro, con miedo de que pueda oírme, y lista para volver a cubrirme debajo de la mesa si es necesario.
–Él viene dentro de una hora, Avril. En vez de estar jugando a las escondidas o espías o... lo que sea que estés jugando, sube, báñate, ponte linda, y prepárate para recibir a la visita.
–¿¡Es en serio!? Casi me da un paro –salgo de la mesa, me levanto y sacudo mi pijama que ahora está llena de polvo–. Pense que era Jean, ¿Quién era?
–¿Quién golpeó? El cartero.
–Uffff bueno, menos mal... ¿Menos mal? ¡No, nada de menos mal! -suelto en un grito sobresaltada- Mamá ¿por qué invitaste a Jean a comer?
–Ya te dije linda, es un muchacho muy simpático, decente y guapo -hace énfasis al decir la última palabra por lo que pongo los ojos en blanco-. Además, se ve que te quiere bien Avril. –suelta una risilla y vuelve a tomar asiento, para seguir desayunando.
–Ay mamá, tú qué sabes. –vocifero.
–Como sea. Quieras o no quieras, ya lo invité y va a venir –declara y yo rio exageradamente, solo para provocarla–. Esta es mi casa y yo invito a quien yo quiera Avril. –su tono de voz se vuelve más duro.
–Está bien mamá. Entonces atiende lo tú, ya que es tu invitado y no el mio –declaro, y me doy la vuelta para retirarme del comedor–. Por qué yo no...
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Te encontré.
Teen Fiction- No te termino de entender Avril...-Busca mi mirada, pero yo evito la suya a toda costa. - No me importa sí me entiendes o no. - Pero a mí sí...-se acerca a mí y toma mi rostro con ambas manos- ¿a qué le tienes miedo? Sí tú me quieres y yo te quier...