Capítulo 36

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–Llegamos. –dice Jean mientras mueve suavemente su hombro.

Levanto mi rostro de su cuello. Aunque no estoy del todo dormida, mis párpados se sienten pesados por lo que tardan en abrir.

Efectivamente, estamos frente a mí casa.

–No quería llegar –me esfuerzo por decir mientras hago pucheros.

–Estás muy cansada, tienes que descansar, Avril. –al pronunciar mi nombre me despierto un poco más.

–¡Solo déjame tomar algo energizante y volveré a ser misma de siempre! –digo, mi voz es más fuerte y clara.

Ríe–Eso no lo dudo –empieza a caminar hacia la puerta de mi casa–, pero eso sería injusto para tu cuerpo, se esforzó mucho esta semana y merece descansar.

–¡Estoy bien! incluso bien es poco, ¡estoy súper bien! 

–Me alegra –se inclina un poco y entiendo que el viaje terminó. Bajo de su espalda y el contacto cálido se pierde por completo– Pero realmente debes descansar.

–¿Qué te parece si entras un momento? Solo un segundo, te...

–Me encantaría –afirma rápidamente, interrumpiendo me–, pero ya me debo ir, tengo que hacer muchas cosas para el proyecto final, es... demasiado trabajo. –suspira cansado.

–No deberías estar aquí, Jean. –acaricio su mejilla. –Podrías haber adelantado tu trabajo, y descansar... pero ahora tendrás que...

–Solo te quería ver –alza los hombros, y sonríe–, me escape para verte, y no me arrepiento en lo absoluto.

Lo admiro unos segundos en silencio–No quiero que te vayas.

–Sabes que nos podemos ver cuándo tú quieras –extiende sus brazos y lo abrazo–, solo es que me lo digas ¿Okey?  -asiento- ... Descansa, Avril.

–Tu igual –nos alejamos– Trata de descansar, ¿Okey?

–Lo haré. –dice, me da una última sonrisa y se gira camino a su auto.

Me abrazo a sí misma mientras lo veo alejarse, el material de la chaqueta nada parecido al que tome antes de salir, y recuerdo, tengo puesta la chaqueta de Jean.

–¡Jean! –le llamo antes de que este entre al auto, mientras bajo la cremallera de la chaqueta para quitármela. Se gira, esperando que siga hablando. Abro mi boca para hablar pero la cierro inmediato al igual que la cremallera.

Muevo mi mano en forma de despedida, y Jean me responde de la misma forma extrañado.

Veo como sube y su auto desaparece por la calle.

Agarro la chaqueta, y la huelo, la esencia deliciosa de Jean presente en ella.

–Tu serás mi excusa para visitarlo, claro que sí.


***


Jean

Organizo el escritorio para trabajar de forma cómoda. Aún no llegan así que aprovecho para desayunar.

Cuando llegue a esta ciudad fue complicado, mis padres tenían todo preparado para mi llegada, pensé que sería iniciar de cero, nada complicado, hasta que me enteré que no vendrían conmigo. Básicamente tuve que iniciar de cero.

Vivir solo me ha permitido madurar, ser autónomo y no ser como la mayoría de los chicos, infantiles e imbéciles.

Golpean la puerta, a través del ventanal veo a Edwin, quién está parado y me observa fijamente, unas gigantes ojeras bajo sus ojos. Él es el tipo de chico del que hablo, piensa que es cool ir a fiestas, emborracharse, estar con una y otra y de esa forma se siente completo. A pesar de ser el imbécil mas grande que conozco, es mi amigo.

Te encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora