Avril.
Los ventanales de la casa son tan amplios que me permiten ver el interior de esta sin ningún problema.
El miedo aprieta mi pecho, no sé si fue buena idea venir sola. No quiero encontrar algo que no quiero… pero estoy aquí para algo, y no puedo retroceder.
Solo confía, Avril.
Confía en Jean.
Tomo aire y con cuidado me acerco más al ventanal.
Sin ninguna dificultad logro ver rápidamente a Jean y a …Edwin. Solo los dos, están sentados, hablando. Computadoras y diferentes documentos sobre la mesa.
Aprieto la chaqueta de Jean que se encuentra sobre mis manos, y exhalo.
Exhalo tan fuerte que noto que estuve manteniendo mi respiración durante unos segundos.
Exhalo de tranquilidad y felicidad.
Exhalo de alivio.
Me parece ver movimiento en una de las esquinas del ventanal, pero antes de poder centrar mi vista en ese punto, Edwin parece girar hacia mi dirección, por lo que corro rápidamente hacia un carro estacionado frente a la casa escondiéndome tras este, para que no me vea.
Empiezo a reír suavemente, porque a pesar de que vine aquí, –siempre confíe en tí, Jean.
Bueno, y… ¿Ahora qué?
Con cuidado me asomo a través de la ventana del auto, centro mi vista en Jean quien observa unos documentos.
Siempre dijo la verdad.
Inmensas ganas de entrar a su casa, saludarlo y abrazarlo por un largo rato me invaden –Bueno… ya estoy aquí, ¿Por qué no?– me digo así misma.
Arreglo como puedo mi cabello y mis fachas, no es que haya pensado en arreglarme para venir, así que no estoy muy linda que digamos. Me voy acercando a la puerta principal a paso lento. Una vez en el portón, antes de golpear, aclaro mi voz para hablar pero, es cuando lo noto, por lo que freno en seco, mi puño prácticamente a centímetros de la puerta… –¿Qué carajos le voy a decir?
Sí, no había pensado que prácticamente para él estoy aquí de la nada, sin siquiera avisarle.
Bufo. Tal vez, si le digo: –¡Hola!– práctico– Sé que dijiste que estarías ocupado, pero hace frío así que pensé que querrías tu chaqueta –alzo la chaqueta hacia la puerta, como si esta fuera Jean–… ¡Pero que tonta, se supone que no sabes su dirección, Avril!... Jummm, ¡Hola! Pasaba por aquí y, guau te vi por la ventana y dije, Oh aquí está, qué coincidencia ¿No crees? –digo con un tono ridículo.
Doy unos pasos alejándome de la puerta, por el lado contrario del ventanal de la sala en dónde se encuentran los chicos, hasta que encuentro la ventana de la que parece ser la cocina. Mi reflejo es claro, y permite que me pueda checar desde los hombros para arriba.
Suspiro –¿Y si le digo la verdad?... –miro mi reflejo con atención, y como si se tratara de otra persona, me replico– ¡No! ¿Qué le voy a decir? ¿"Karen me dijo que Edwin le dijo que me estabas engañando y por eso estoy aquí"?... –lo considero- Bueno, no está mal, sería bueno que Edwin aclarará todo este asunto, ¿Por qué mentiría?. –suspiro- Jean lo debe saber, es lo más conveniente. –Suspiro– Sí, iré y se lo diré...
De improviso una silueta aparece entrando en la cocina, por lo que rápidamente me agacho esperando que no me haya alcanzado a ver. Puff seguramente es Edwin que se la pasa tragando... ¿Qué pensará cuando me vea? Y, si es Jean? Agh, no importa, ¿Entonces salgo? No, de todas formas lo mejor es por lo menos enviarle un mensaje, esperar, llegar a su casa y golpear la puerta como una persona normal, sí, es mejor que salir ahora y me vea por la ventana como una loca psicópata que lo espía.
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Te encontré.
Teen Fiction- No te termino de entender Avril...-Busca mi mirada, pero yo evito la suya a toda costa. - No me importa sí me entiendes o no. - Pero a mí sí...-se acerca a mí y toma mi rostro con ambas manos- ¿a qué le tienes miedo? Sí tú me quieres y yo te quier...