Capítulo 48

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Esté capitulo se lo dedico a mi Fortachona, que hoy cumple añitos. Gracias por ser mi amiga y apoyarme, te amo ❤️

Karen

—Jean, ¡Jean! —Lo llamo insistentemente pero no responde— ¡Espera! 

Varias personas en la calle me miran con atención, seguramente se imaginan una escena en la que yo soy la mala y le ruego a mi novio que me perdone, pero no.

Corro detrás de él, lo más rápido que puedo y aunque él solo da grandes zancadas es suficiente para dejarme tirada.

—¿A dónde vas? ¿Qué planeas hacer? —insisto, pero él ignora mi presencia completamente.

—¿No es obvio? Le va a partir la madre a Edwin —dice Karina, quién como yo corre lo más rápido que puede detrás Jean.

No quiero que lastime a Edwin, aunque se lo merece…

Estamos en la calle de la famosa discoteca, de día este lugar es bastante transitado y el único ruido es el de los autos. No creo que ni siquiera esté abierto, o que Edwin esté ahí, ya debe estar en su casa.

Bufo —¿Piensas que Edwin sigue en el bar? —inquiero como si fuera ridículo— Ya debe estar en su casa Jean, por favor.

De pronto frena. Como predije, la discoteca sigue cerrada.

Karina suspira— Oye, vamos a tomar algo ¿Sí? Ya sabiendo esto podemos… oye, Jean… pero ¿Qué haces?

Sí, la discoteca está cerrada, pero eso no es ningún impedimento porque Jean sin pensarlo dos veces, golpea la puerta del lugar fuertemente, una y otra vez.

—Ay por favor ¿Esperas que te abran?

Pues sí, y de hecho si lo hacen. Un hombre gordo, con cara de haber chupado limón sale. Cruza los brazos y con un tono dominante dice: Es muy temprano, aún no está abierta la discoteca.

—Lo que te dije —susurro.

—Hay un borracho allá adentro, es mi… amigo —termina la frase como si fuera complicado—, voy a pagar todo lo que debe si me deja entrar, no tomará mucho.

—A ver, no creo que Edwin esté…

—¿Edwin? —me interrumpe el hombre— Oh, sí está. No ha salido de este lugar hace como tres días —Parece considerar lo que le dijo Jean. Exhala—. Bien —acepta el tipo—, sácalo de aquí— dice fastidiado y hace un espacio en la puerta para que pasemos.

Jean entra, enseguida de él Karina y luego yo. Todo el local está en silencio, las mesas orilladas y las sillas recogidas. No es cuestión de mucho tiempo para encontrar a Edwin en el bar, recostado en la mesa mientras agarra una botella de cerveza.

Parece dormido.

Jean apresura el paso, y lo siguiente pasa tan rápido que no me da tiempo de procesarlo: En un solo agarre, Jean toma a Edwin de la camisa y lo levanta bruscamente para estrellarlo contra una de las butacas.

El hombre que abrió la puerta, acelera en dirección al conflicto pero Karina lo detiene.

Algo dentro de mí se enciende, una preocupación genuina que me hace querer detenerlo —No, Jean ¿¡qué haces!? 

En medio de la borrachera, Edwin parece comprender lo que pasa, pues solo ve a Jean, su mirada es apenada, preocupada y baja. Solo  esperando que haga algo —Jean…

—¿La conciencia te pesa tanto que incluso borracho me ves de esa forma? 

—Hermano…

—¡No me vuelvas a llamar así! —aprieta más su agarre.

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