Jean
Una vez en el carro enciendo la calefacción. No sé qué decirle. Qué se haya puesto así es mi culpa, ni siquiera puedo mirarla.
–Gracias. –Su voz es apenas un susurro –He sido tan grosera contigo y...
–No digas más. No debes agradecer nada, esto es lo que tenía que hacer –cuando se entere de que yo fui quien le dijo a Gala que se podían ir sin ella querrá matarme, y con mucha razón. –¿En dónde vives?
–¿Conoces la biblioteca Paragon?
–Claro. – Arranco y empiezo a conducir por la avenida que está básicamente vacía, miro la hora, ya son casi las dos, no puedo creer que haya pasado tanto tiempo en un discoteca, jamás había durado tanto tiempo en una. Ojeo a Avril quien en silencio mira por la ventana la calle solitaria.
Aunque no hablamos, no es incómodo, sabemos que fue un largo día, y solo queremos descansar.
De repente el silencio en el auto se ve interrumpido por el rugido de un estómago, que no es el mío.
Giró para ver a Avril, quien está rígida en su puesto, con los ojos muy abiertos mirando hacia el frente. La sangre cubriendo sus mejillas.
Rio fuertemente, y aclaro mi garganta antes de hablar –¿Tienes hambre?
–No, para nada, yo... –una vez más su estómago suena exigiendo comida– esto solo me pasa a mi– se cubre el rostro avergonzada, lo que me produce gracia.
–Jajajaja no te preocupes. Yo tampoco he comido nada, pero esto se soluciona rápidamente.
Percibo un local de comida rápida abierto a unas cuadras. Al llegar, me estaciono y bajo. Luego de un rato regreso al auto, con dos pequeñas bolsas.
–Este es para mi y este para ti –le paso uno, pero ella no lo toma– ¡vamos! Tómalo, puedo apostar a qué te gustará .– lo toma, y tímidamente abre la bolsa para ver su contenido.
–¡Ohhh adoro las arepas!
–Y es de carne –agrego seguro de que le gustará.
– ¡No! –le da un mordisco y me mira sorprendida– ¿Cómo supiste?
Rio –Solo lo supe, provecho.
Sigo conduciendo, y debes en cuando giro para ver a Avril entretenida comiendo. Una vez termina le ofrezco el mío.
–¿Quieres más?
–No como crees, ese es tuyo. –responde fingiendo estar ofendida.
–La verdad no tengo mucha hambre...
–Ya te dije que no.
–Bien, bien. Si no quieres ni modos –miro como niega con la cabeza y ríe suavemente.
Veo como su mano se dirige a la radio, y antes de que presione el botón para encender la, la detengo.
–No la prendas por favor.
–Oh, perdón. -aleja la mano rápidamente- ¿No quieres escuchar algo de música?
–Lo único que quiero escuchar es tu voz. –sonríe– ¿Puedo preguntarte algo?
–No creo que me pueda negar. –contesta incómoda.
–Claro que te puedes negar. Si no quieres hablar, está bien, lo respeto.
–Me sorprendes mucho ¿sabes? –antes de que pueda preguntarle algo, sigue hablando– adelante, pregúntame lo que quieras.
–Bueno. ¿Qué pasó aquella vez en la llamada? Digo, teníamos todo acordado y solo llegaste a decirme que ya no.
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Te encontré.
Teen Fiction- No te termino de entender Avril...-Busca mi mirada, pero yo evito la suya a toda costa. - No me importa sí me entiendes o no. - Pero a mí sí...-se acerca a mí y toma mi rostro con ambas manos- ¿a qué le tienes miedo? Sí tú me quieres y yo te quier...