Capítulo 42

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Las fuertes gotas de lluvia, me pegan por todo el cuerpo. Sigo caminando por la solitaria calle, distraída en mis pensamientos.

Luego de treinta minutos, llego al fin a mi casa. Golpeo fuertemente la puerta para que abran rápido, sin embargo, el fuerte ruido de la lluvia hace que mis golpes sean inútiles. Toco el timbre una y otra vez por largos lapsos de tiempo hasta que escucho la voz de mamá renegando.

—¡Voy, voy! —grita— ¿Para qué tienen las llaves si no las utilizan? ¿¡Eh!?

Mamá abre la puerta y antes de darme un vistazo rápidamente se agacha para acomodar el tapete de la entrada. Pensé que estaría molesta por lo de hace un minuto, pero lo contrario, una linda sonrisa adorna su rostro, el olor delicioso a comida llega a mi nariz. 

—A que no adivinan que preparé —su tono es tan animado, que una sonrisa triste brota de mí—. ¡Te vas a morir, Avril!  —dice con un tono complaciente, al darme la espalda y correr hacia el comedor. 

Cierro la puerta detrás de mí, y avanzo hacia las escaleras, pasando por la mesa principal, encontrando platos de comida salada y dulce. Cuatro platos, uno para mamá, otro para mí, y otros dos para personas que ni siquiera están aquí.

Doy un paso para subir el próximo escalón hasta que mamá me detiene.

—Ey, ¿A dónde vas?— inquiere en un tono de reproche —Ven aquí, Avril, ¿no planeas saludar? Te preparo las cosas que te gustan ¿y no dices nada?— Doy la vuelta, hasta quedar frente a ella. Mamá me escanea, su expresión cambia de felicidad, a confusión y preocupación. —Ay, no, estás empapada… —su mirada cae en la puerta— ¿En dónde está tu padre?

Bufo y finjo una sonrisa —Adivina —espero que diga algo pero no, por lo que le doy la respuesta—. No llegó.

Como si le diera una noticia terrible mamá baja la mirada, y un silencio incómodo se forma en el ambiente. Mamá suscita algo que no logro entender, suspira, y retoma su compostura—Eh… ¿qué te parece, si… vamos a comer? — Su voz es suave, y triste.

 ¿Esto lo que veo en tí...es culpa mamá? 

Evita mi mirada—¡Preparé tu comida favorita, te va a encantar!

Niego con la cabeza—No tienes la culpa, mamá.

Su sonrisa tambalea—Eso no lo sé… —niego con la cabeza, y me giro para retirarme—¡Ví… ví un vídeo corto de tu presentación, la madre de Karen las grabó. Te veías tan linda —mis ojos se llenan de lágrimas—, y, lo que hiciste, fue… estupendo, quería estar ahí…

—Pero no estuviste —las palabras escapan de mi boca antes de que pueda pensarlas bien, inmediatamente me arrepiento.

Lo que menos quiero hacer es echarle la culpa a mamá cuando ella no la tiene. Pero me siento tan herida, que en este momento no estoy para hablar con nadie. —Perdón. Perdón, no quería decir eso.

—No pidas perdón, tienes razón —se apresura a decir en un susurro. Escucho como aclara la garganta. Sé que ahora se siente mal pero aparenta que todo está bien, cuando no es así—. ¡Vamos a comer! Y me cuentas como te fue, me dijeron que cerraste la noche y recibiste muchos aplausos y… ¡Vamos, todo está caliente y delicioso!

—No tengo apetito —declaro—. Mañana hablamos mamá estoy muy cansada.

—Avril —escucho como mamá me llama, pero no paro. Entro a mi cuarto, y lo cierro con seguro.

Mis ojos caen en mi reflejo. Vaya que me veo terrible. Mis ojos están hinchados y rojos, el maquillaje está corrido, nada que ver con el de hace unas horas. Mi cabello y vestido están completamente mojados, mi piel se ve más pálida de lo usual.

Te encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora