Capítulo 11

36 9 3
                                    

Jean

–Descansa Jean– es lo último que dice y me cuelga.

Me quedo congelado, sorprendido. Ahora no se qué hacer o como reaccionar.

Me quedo en el mismo sitio y en la misma posición, con el teléfono en la mano derecha, y el instrumento en la otra por un rato.

Giro hacia el gran ventanal a mi lado derecho buscando el cielo,  que cada vez está mas oscuro, y me pierdo en mis pensamientos.

Pensé que sería una larga conversación, llena de risas, experiencias, historias y datos curiosos de cada uno... me equivoqué.

Me siento desilusionado, había planeado tantas cosas para compartir con ella. Tenia grandes expectativas. Miro la guitarra que sostengo en mi mano, y la bajo hasta quedar completamente en el suelo.

–Creo que hoy no será –suspiro.

Al fin bajo mi mano y dejo el celular sobre el escritorio, en dónde están las partituras y el texto de la canción que compuse.

–Tal vez en otra ocasión –digo tratando de convencer me.

Tomo las hojas y las ojeo por última vez antes de abrir el cajón y guardar las.

Durante todas estas noches imaginé su reacción, estaba seguro que le gustaría. Practique una y otra vez para que saliera bien, para que los nervios no me afectarán, y cuando al fin ya todo estaba listo, y yo más que preparado, me sale con esto.

Rio mientras que niego con la cabeza.

–Pensé que ya te habías abierto a mi Avril. ¿Qué pasó?

Me paro del asiento, y apagó la luz de la habitación. Antes de salir hacia mi habitación regreso por la guitarra, pero me detengo al alzar la vista y encontrarme con el cielo despejado de la noche y la blanca luna llena que está en todo su esplendor.

Sé que al igual que yo la está viendo, no tengo ninguna duda.

Tomo el celular y le escribo. Antes de bloquear el teléfono los dos chulos se tornan azules avisándome que ya leyó ambos mensajes.

 Antes de bloquear el teléfono los dos chulos se tornan azules avisándome que ya leyó ambos mensajes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Por una pequeña fracción veo como aparece el "escribiendo" pero desaparece así como llegó. Sin embargo espero, espero una respuesta, pero nada, ni una frase, una palabra o un emoji. Nada.

Mi vista vuelve a la luna y me es imposible no admirarla– eres hermosa –. Sonrío con tan solo pensar que ella está haciendo lo mismo, mirando y admirando al objeto más brillante en este cielo nocturno.

Me toma un tiempo retirarme de la ventana, de hecho no tengo planeado alejarme por un buen rato, a pesar de ello mis planes se arruinan cuando mi celular empieza a sonar fuertemente sobre el escritorio, lo tomo extrañado pues ya es muy tarde para una llamada pero contesto inmediatamente para que deje de hacer escándalo.

–¡¿Jean?! –grita al otro lado de la linea Edwin, lo que provoca que me aleje irritado. Escucho al fondo una música fuerte, gritos y risas. Seguramente está en una discoteca.

–¿Quién más podría ser?

–¡Amigo ven! Esto está de lujo –me cuesta mucho entenderlo, no solo por la fuerte música si no porque esta borracho.

–Edwin, no me puedo concentrar con tanto ruido, puedes por favor buscar un lugar más... ¿tranquilo?

–Claro, claro, como digas. Solo, dame un segundo.

Escucho como la música disminuye poco a poco.

–Ok, ok ¿me escuchas mejor?

–Si, mucho.

–¿Quieres venir? Está de lujo, hay cerveza y chicas, y... cerveza. –hago una cara de desagrado, el alcohol nunca me ha gustado, lo tomo muy rara vez en fiestas, en cambió Edwin, no hay fiesta en la que no se emborrache y termine con quién sabe quién en la cama.

–Mmm no gracias, no puedo salir en este momento, tengo que... ordenar algunas cosas –me excuso, porque si le digo que no quiero, no me dejara de llamar durante toda la noche.

–¡¿Qué!? Bro, yo te quiero mucho, te necesito a mi lado en estos momentos...

–Edwin no tengo tiempo para esto, mañana hablamos –le interrumpo porque sé que no para en armar un drama– ve, sigue con tus amigos y ya a mi déjame en paz. –termino y le cuelgo.

No pasa ni un minuto, y mi celular nuevamente está sonando. Contesto fastidiado.

Seria bastante fácil ignorarlo o a pagar el celular, pero con tal de hablar conmigo es capaz de venir a mi casa con todos sus amigos, y me niego a tener que soportar borrachos problemáticos y vomitados.

–¡¿Cómo te atreves a colgarme?! ¡Yo soy el difícil de esta relación! -grita.

–Edwin, por favor estoy cansado...

–Sí, sí ya me sé ese cuento. Solo te dejare en paz, si me prometes qué... –escucho una voz femenina, y Edwin se queda en silencio, seguramente una de sus amiguitas está con él. Espero a ver si sigue hablándome pero no, por lo contrario, empieza a hablar con la mujer, olvidándose de mí.

Cuelgo, y me dirijo a mi habitación. Al pasar el portón recibo otra llamada de Edwin.

–¡¿Que quieres Edwin?! ¡Dilo de una vez! –él me saca de mis casillas rápidamente.

–Solo te dejare en paz, si prometes qué irás conmigo a una fiesta... -si no acepto no dejara de fastidiar toda la noche.

–¡Bien, ya está, lo prometo!

–¡Ou sí, es es mi amigo! -celebra- Aun no sé muy bien en dónde es y a qué hora, pero déjame le pregunto a... –parece buscar a alguien entre la gente– él no. El tampoco. A él ni lo conozco...

–No tengo tiempo para esto. Luego me envías los datos ¿si Edwin? - ya me canse.

–Ok, yo te los envío. Te amo guapo.

–Si, si como sea, adiós.

–Dime que me amas.

–¡Adios, Edwin!– le cuelgo y apago el celular para evitar cualquier otra llamada.

Y yo que planeaba limitarme a ir a lugares agradables en este receso.

Te encontré.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora