CAPÍTULO 147: SOMBRERO SELECCIONADOR

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Penelope McLaughlin siempre había sido una alumna ejemplar: sus notas eran de las más altas de su curso y siempre sumaba puntos a la Copa de las Casas

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Penelope McLaughlin siempre había sido una alumna ejemplar: sus notas eran de las más altas de su curso y siempre sumaba puntos a la Copa de las Casas. Nunca le habían quitado puntos a Huffflepuff por su culpa. Sí, es cierto que pertenecía al grupo de los Colores y que, por tanto, se unía a algunas trastadas —aunque siempre rechazaba aquellas que pudiesen afectar a su expediente—, pero nunca se había fugado del colegio. Wendy y ella eran la voz de la sensatez, las que evitaban que Eva y Colin se metiesen en los líos más gordos; eran las listas y las responsables.

Hacía meses que Wendy había dejado de ser tan sensata y se había metido en problemas tan gordos que estaban siendo perseguidas por un grupo terrorista y los aurores al mismo tiempo. Penny había intentado disuadirla de sus experimentos, recordándole que eran demasiado jóvenes para intentar algo semejante como lo que las dos hermanas estudiaban hacer. Lo peor es que lo habían conseguido... con graves consecuencias. Ahora pagaban su precio.

Por supuesto que se había enfadado con sus amigas por ignorarla. Incluso Colin, que era el más alocado de los cuatro, se había opuesto a sus ideas. Pero ellas les ignoraron: siguieron trabajando en sus propias investigaciones, sin hacer caso de lo que sus dos mejores amigos les aconsejaban. Al principio fue todo bien, con la diferencia de que Penny y Colin no les dirigían la palabra por lo molestos que se sentían.

Ninguno de los dos supo nunca qué era exactamente lo que Eva y Wendy hacían sin ellos, las investigaciones que desarrollaban apartadas de los Colores. Lo que sí sabía Penny era que debía ser tan arriesgado y peligroso como para que, con solo catorce años, decidieran compartir un juramento inquebrantable para no desvelar jamás los secretos de su trabajo.

Por supuesto, contaron con Penny para ser el testigo que uniese aquel juramento. Ella se había negado al principio, pues no quería tener nada que ver con aquellos rituales que las hermanas llevaban a cabo en la Casa de los Gritos. Pero Wendy contaba con mucha labia y supo convencerla. «Solo podemos confiar en ti para algo así, Penny» le había dicho una noche en la Sala de los Menesteres, la sede de los Colores. «Colin no lo entendería, pero tú sí: tú conoces la importancia de hacer las cosas bien, de no dejar ningún cabo suelto, de ser previsora. Sé que no te gusta lo que hacemos, pero seguro que quieres protegernos».

La convenció, cómo no. Wendy siempre la convencía, porque ella era lista y sensata. Y Penny sabía que tenía razón: podía no interferir en sus tonterías, pero no quería que corriesen peligro. Si querían un juramento inquebrantable y la necesitaban a ella, que así fuese. La única condición fue que Colin nunca lo supiese, pues jamás perdonaría a Penny por haberles ayudado.

Formular un juramento inquebrantable no era tan fácil como sonaba en un primer momento, pero ellas tres eran poderosas, incluso para su corta edad. Wendy y Eva estudiaban mucho, sobre todo magia negra, y conocían tantos hechizos y encantamientos que no era difícil creer que supiesen cómo llevar a cabo un ritual como aquel.

Lo hicieron de noche, como siempre cuando trabajaban. Fueron a la Sala de los Menesteres sin Colin. Las dos hermanas se tomaron de la mano, con la mirada tan determinada como sus corazones. Penny albergaba ciertas dudas, pero quería desentenderse de aquello cuanto antes. Así que apuntó con la varita hacia las manos entrelazadas de las hermanas mientras ellas iban formulando las cláusulas del contrato... en chino. Eran tan listas como para no involucrar a Penny en sus experimentos y mantener en secreto lo que hacían, evitando que su amiga conociese todo lo que hacían. Así, Penny jamás llegó a enterarse de qué juraban exactamente las dos hermanas, pero sí fue lo suficiente estúpida como para permitirlo.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora