CAPÍTULO 109: CHRISTOPHE GIACOMETTI

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Después de tanta preocupación, tanto agotamiento, tanto miedo y desesperación, lo único que le apetecía a Yuri era darse un largo baño y tumbarse en la cama a disfrutar del sueño

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Después de tanta preocupación, tanto agotamiento, tanto miedo y desesperación, lo único que le apetecía a Yuri era darse un largo baño y tumbarse en la cama a disfrutar del sueño.

Y así lo hizo: la bañera le esperaba con agua caliente y humeante que le recibió con calma y sosiego. Suspiró cuando su cuerpo entumecido y dolorido tocó la superficie del agua, relajando sus músculos.

Al otro lado del baño, Víktor trasteaba en el escritorio. Desde que habían empezado a salir, habían dejado de lado el bañarse juntos; sólo de pensarlo...

No: mejor dejar los baños conjuntos para otro momento.

Se permitió algunos minutos para relajarse, pero no quiso tardar mucho: Víktor también quería bañarse y no quería acabar demasiado tarde. Cuando ya estaba aseado y descansado, salió del baño para encontrarse a Víktor tumbado en la cama. Su novio (su novio, aún no se lo creía) tenía los ojos, algo más verdes de lo normal, fijos en el techo.

—¿No vas a entrar?

Él no respondió. Su pecho subía y bajaba acompasadamente, pero no profundamente: no estaba dormido, entonces. Pero su silencio preocupó algo a Yuri. Se acercó hasta sentarse en en borde entre las dos camas que habían juntado: Víktor, como siempre, ocupaba el lado izquierdo.

—¿Víktor?

—¿No podría ser así de fácil?

Yuri cogió aire: sabía a qué se refería, pero no tenía una respuesta clara que ofrecerle.

—Mi maldición no es tan sencilla, Víktor.

Éste sacudió la cabeza, haciendo que su flequillo cayese sobre sus ojos.

—No entiendo por qué. La maldición de la marca es única, era la primera vez que se enfrentaban a ella, y sólo han necesitado unos días para vencerla. ¿Por qué la tuya es tan complicada? ¿Qué tiene de distinto? ¿Por qué no podemos, simplemente, preguntarle a Il Capitano y que te cure?

Conforme hablaba, su tono fue aumentando en volumen, al igual que su postura, hasta que acabó sentado. Yuri no era capaz de mirarle a los ojos.

—Hay cosas que hacen que no sea tan fácil.

—¿Qué cosas? Quiero saberlas.

—Víktor...

Éste se puso en pie, alejándose un par de pasos mientras sacudía la cabeza. Cuando se volvió hacia él de nuevo, su expresión era enfadada, pero sobre todo, triste.

—Sé que hay cosas que me ocultas y puedo entender que no quieras contármelas —dijo, suavizando un tanto la voz, pero seguía sonando dura—. Pero no te va a servir de nada callártelas. No puedo ayudarte si no sé exactamente qué es lo que pasa.

Tenía razón.

—No puedes ayudarme.

—¡Porque no me dejas!

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora