Maia entró en la habitación de su hermano a las once y catorce minutos exactos. Había llegado hasta allí acompañada de Christophe, que esperaría fuera del como parte del plan. Llamó tres veces a la puerta y oyó la voz de Raphael invitándola a pasar.
Raphael estaba sentado encima del escritorio de su habitación, con una pierna apoyada encima de la rodilla contraria. Cuando Maia abrió la puerta, su hermano se giró hacia ella con una mirada azul oscura. Soltó los papeles que estaba leyendo y se levantó de la mesa, sentándose en una butaca. Con un gesto de varita, arrastró otro asiento que le ofreció a Maia con un gesto de cabeza.
-¿Querías hablar?- preguntó ella en tono seco. Raphael y ella se llevaban bien, poseían un vínculo muy fuerte, pero era demasiado sobreprotector. A veces trataba a Maia de forma infantil, y otras de forma demasiado adulta. No sabía cómo la trataría en ese momento.
-Por algo te he llamado- una pequeña sonrisa de medio lado asomó a sus labios, pero Maia no se relajó: Raphael era un buen profesor, carismático y confiable, y solía tratar amablemente a sus alumnos. Sin embargo, si sonreía nada más empezar la conversación, era porque iban a hablar de algo serio y quería destensar el ambiente. Conocía bien a su hermano.
-Ya, me imaginaba- repuso ella, dejándose caer sobre la butaca y cruzando las piernas y los brazos. -¿Y? ¿Vamos a ir al grano? Tengo sueño y quiero irme a la cama pronto.
Le echó un leve vistazo a las manos de Raphael: mierda, llevaba puesto el anillo. Sería más difícil quitárselo si lo llevaba puesto.
-Me gustaría hablar contigo de muchas cosas, Maia- Raphael suspiró y se apartó el pelo ondulado y oscuro hacia atrás. Sus ojos verdes lucían más cansados de lo habitual. –Pero, como tú misma has dicho, es tarde, así que iré a lo que nos importa ahora- se reclinó hacia delante en su butaca y apoyó los brazos en el escritorio, entrelazando los dedos. –Sabes lo que ha pasado con el profesor Hazboun, ¿verdad?
Maia se encogió de hombros y entrecerró los ojos.
-Sólo lo que me han dicho, que no es mucho. Algo de una profecía...
-Una profecía que os involucrará, al parecer.
Maia frunció el ceño y descruzó los brazos, echándose ella también hacia delante.
-¿Qué quieres decir?
-Lo único que me han dicho es que todo girará en torno al Gran Prix Mágico, pero tampoco me han dado detalles. Lo que sí sé es que... puede que la vida de alguno corra peligro.
Maia sintió que el estómago le daba un vuelco, pero tragó saliva para que Raphael no se percatase de su inquietud.
-¿Peligro? ¿De qué tipo?
-No lo sabemos- Raphael volvió a suspirar y negó con la cabeza gacha. En ese momento, Maia volvió a ver a su hermano, el que le enseñaba trucos de magia antes de entrar en Castelobruxo, el que le enseñó a nadar a orillas del Amazonas, el que le consoló la última y única vez que lloró en más de seis años. Se mordió el labio: al verlo así, parecía tan vulnerable, tan... humano. –Pero los profesores hemos decidido no sembrar el pánico entre vosotros y hemos acordado no decirle nada a nuestros estudiantes.
-¿Y por qué me lo cuentas, entonces?- inquirió ella, alzando un poco la voz. -¿Acaso... soy yo?
-No, no- Raphael se llevó una mano a la frente. –Mierda, Maia; si fueses tú, te sacaría ahora mismo de la competición.
-¿Entonces...?- insistió Maia. Cada vez estaba más nerviosa y más ansiosa. No podía perder el tiempo hablando con Raphael, pero al mismo tiempo, quería sonsacarle todo cuanto pudiese.
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Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)
FanficCada cinco años, las Siete Grandes Escuelas de Magia organizan un torneo para decidir al mejor mago del planeta: el Gran Prix Mágico. Este año, Yuri Katsuki, estudiante de la Escuela de Magia Mahoutokoro en Asia, decide presentarse en pos de conocer...