CAPÍTULO 118: LA GUERRA DE LAS SÍLFIDES

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Pasaron los días, y nadie volvió a hacer mención a la extraña actitud de Yuri en la primera noche en la Isla Verde

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Pasaron los días, y nadie volvió a hacer mención a la extraña actitud de Yuri en la primera noche en la Isla Verde. Los Elegidos habían preferido ignorar el incidente y los días se habían seguido sin que nadie hiciese preguntas, entre juegos en la playa, paseos por el bosque y largas conversaciones bajo las luces de las estrellas.

Aunque, si realmente no había preguntas, era porque todos sabían que, en el momento en que un secreto fuese revelado, todos los demás irían detrás; como si al tirar de un hilo, saliese toda la madeja detrás. La fuerza que tenía la isla, la que les empujaba a desvelar sus secretos más profundos, era tan intensa que sabían que, si alguien se doblegaba a esa fuerza, todos los demás caerían con él. Por eso nadie se había atrevido a preguntar a Yuri a pesar de la curiosidad; por eso fingían desinterés mientras tomaban el sol o se daban un baño en el mar.

Pero cinco días después de sol, mar y estrellas, hubo almas que flaquearon bajo la presión de la Isla Verde. Los ánimos se tensaron, y la presencia de Derrek, el treant guardián de la isla, sólo los alteró más. El hombre-árbol los miraba con sus antinaturales ojos verdes y parecían traspasarles, llegar hasta su mente y su alma, y desnudarla por completo. Luego, apartaba la mirada como si no hubiese visto nada y decía:

—Buenos días.

El placer de vacacionar en aquella isla comenzó a tornarse oscuro, a convertirse en un esfuerzo constante por no abrir la boca y decir algo de lo que arrepentirse.

Wendy era una de esas personas, pero a ella le escocía especialmente la marca grabada en su muñeca. Agradecía las mañanas en las que, junto con Jamila, Sara y Mila, volvía a Castelobruxo para tranquilizar a los profesores y Aurores que esperaban, ajenos a los tormentos mentales a los que los chicos se sometían en aquella isla paradisíaca.

Cada vez que regresaba a Castelobruxo, Wendy abría mucho los ojos y los oídos, esperando una señal por ella... por Evangeline. Desde la nota que le había enviado cuando se recuperó de los efectos de la maldición de la marca, no había vuelto a saber nada de ella. A veces, creía que había interpretado mal aquella carta y se trataba de otra persona, pero aquella letra, aquella elección de palabras... era Eva, estaba segura.

Pero, ¿qué hacía allí, en el Gran Prix Mágico? Llevaba meses buscando señales suyas por todas partes, ¿y ahora la encontraba, precisamente, en aquella competición? Con todas las cosas que estaban pasando, no sabía qué pensar sobre esa casualidad.

Apenas prestaba atención a lo que se hablaba a su alrededor durante la pequeña y rápida reunión rutinaria. Wendy observaba por la ventana, esperando a ver... algo. Algo que le confirmase que Eva seguía allí, que la había encontrado realmente. Algo que le ayudase a entender por qué seguía escondida.

—¿Lupin? ¿Estás bien?

Fue Wolfgang Schnitzler quien le hizo esa pregunta. Wendy regresó al presente, donde todo el mundo la observaba con cierta preocupación, y ésta asintió.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora