CAPÍTULO 37: LA NOCHE PÚRPURA

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Yuri contemplaba absorto la inmensa pirámide que se alzaba ante ellos. Extasiado, abrió la boca mientras oía a Phichit sacar fotos como un loco.

-¡Os dije que estaría escondido en una pirámide!- exclamó JJ, a la vez impresionado y orgulloso de haber acertado en sus anteriores deducciones.

-Siéntete adivino- Yurio, que pareció ser el primero en salir del hechizo, echó a andar con su enorme mochila al hombro. –Venga, o nos quedaremos atrás.

-¿Puedes con eso?- le preguntó Otabek. -¿Quieres que te eche una mano?

-Estoy bien- respondió el otro cortante, aunque luego suavizó la voz y lo miró a los ojos. Yuri podía ver la extraña tensión que había entre ellos dos. –Gracias.

Otabek se encogió de hombros y Yurio siguió andando. Víktor se acercó a Yuri y le susurró:

-Tal vez no sea muy buena idea tener a un adolescente hormonando en nuestra habitación.

-Hablas como si nosotros no fuésemos adolescentes hormonando- rió Yuri, que echó a andar tras la comitiva. –Suenas muy viejo.

-No sueno viejo. Es sólo que yo ya he madurado.

-Ni que fueses una fruta- siguió Yuri con la broma.

Víktor sonrió socarronamente y le pasó de nuevo un brazo por los hombros, atrayéndolo hacia sí.

-¿Para que puedas comerme?

Yuri quiso responderle con algo ingenioso, pero las palabras murieron en sus labios. Sintiendo de nuevo que se sonrojaba (esperaba que Víktor pensase también que se estaba quemando con el sol), apartó la vista y la puso sobre el portero del bazar, que les sonrió.

-Disfruten de su visita- les deseó con una sonrisa amable pero muy ensayada.

-Gracias- respondió Víktor cortante, apretando a Yuri aún más contra sí y empujándolo hacia el interior de la pirámide.

-No hacía falta que fueses tan brusco- lo regañó Yuri, cuyas gafas se habían descolocado al juntarse contra el pecho de Víktor.

-No me ha gustado la sonrisa que te ha lanzado.

-De verdad, eres...- Yuri se olvidó de lo que iba a decir cuando alzó la mirada hacia el interior de la pirámide.

Sí, por fuera era impresionante, pero por dentro era... increíblemente impresionante.

El interior era incluso más amplio de lo que esperaba: las cuatro paredes de la pirámide encerraban lo que parecía una ciudad diminuta en su interior. Una especie de empinada cuesta bajaba más adentro hacia la ciudad, que estaba totalmente iluminada por luces de todos los colores. Al fondo, unos edificios de dos o tres plantas de alto brillaban con las ventanas encendidas, pero lo que de verdad definía aquello como "bazar" eran los miles de puestos y tiendas que ocupaban todo el espacio central de la pirámide.

Cientos de tenderetes con lonas de todos los colores se disponían por el espacio, ocupando no sólo la planta inferior del interior de la pirámide, sino la misma cuesta que bajaba hacia dicha planta, acompañando al visitante durante su trayecto a los hoteles del fondo. Yuri alzó la vista y vio que había varios puestos que parecían levitar; la gente los visitaba volando en escoba o en alfombra. Los vendedores anunciaban sus productos a gritos y mostraban su mercancía con amplios gestos de varita para llamar la atención de los clientes. Los sonidos y olores le daban un aire exótico a toda la situación y Yuri no pudo evitar sonreír, maravillado: era la primera vez que viajaba a algo parecido a una pirámide y un bazar egipcios.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora