Cada cinco años, las Siete Grandes Escuelas de Magia organizan un torneo para decidir al mejor mago del planeta: el Gran Prix Mágico. Este año, Yuri Katsuki, estudiante de la Escuela de Magia Mahoutokoro en Asia, decide presentarse en pos de conocer...
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Hacía dos días que Draco Malfoy había sido rescatado de la Isla de Emergencia de Azkaban. Se sentía terriblemente culpable por lo que había pasado: si hubiese sido más fuerte, si no se hubiese dejado engañar por Blackwater...
Lo había denunciado, por supuesto. Pero su paradero, al igual que el de resto de mortífagos que habían escapado, era desconocido. Fuese a donde fuese que todos se habían escapado, nadie los había encontrado, ni siquiera los mejores aurores rastreadores.
—Es imposible. Debe haber algo —insistió él desde su cama de hospital en San Mungo, a donde lo habían trasladado nada más encontrarle.
—Todas las posibles pistas están bajo el mar, junto a los restos de Azkaban —respondió Potter, quien, a pesar de ser su némesis durante su época de estudiante, ahora se había convertido en un buen compañero de trabajo. Después de todo, Harry Potter era el Jefe de Aurores y, como tal, siempre estaba al tanto de lo que ocurría en Azkaban: Draco era su contacto directo con la prisión—. Lo siento, Malfoy, pero es así.
El hombre soltó un improperio y se pasó los dedos por los moretones causados por las ataduras. Potter ya le había interrogado sobre su secuestro, pero no habían conseguido nada nuevo.
—Si hubiese sido más cuidadoso...
—Esta generación de mortífagos no es como lo fue la tuya, Malfoy.
—No me gusta que me recuerden mi pasado, Potter —escupió el rubio, llevándose la mano inconscientemente a la quemadura que cubría su antigua Marca Tenebrosa—. Y menos tú.
El otro le miró de reojo a través de sus gafas y se encogió de hombros.
—Me refiero a que son más peligrosos y astutos, y se esconden tan bien que se infiltran entre nosotros. Están mucho mejor organizados.
—Sí: lo cierto es que con Voldermort eran bastante más desbocados. Con este nuevo Maestre suyo, parecen estar más centrados.
—¿Pudiste oír algo sobre el Maestre? ¿Llegaste a ver a alguien de su círculo cercano?
Malfoy negó con la cabeza.
—Si lo hice, no me acuerdo. Estaba bajo el jodido imperius.
Potter guardó silencio un momento, como si se compadeciese de él.
—Tuvo que ser horrible.
—He dejado que miles de mortífagos escapen de Azkaban; por supuesto que es horrible.
—No todos llegaron a escapar, algunos murieron. Todavía no hemos identificado cuántos.
—Había una chica... Una chica que era inocente. Se encerró ahí para protegerse de los mismos que atacaron la prisión. ¿Habéis encontrado su cuerpo?
—Si te refieres a Mila Babicheva, la respuesta es no: no hemos encontrado su cadáver. Pero creo que hubiese sido mejor que la otra opción.