CAPÍTULO 47: OTABEK ALTIN

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Recordaba su infancia con demasiada nitidez para haber sido tan joven; o tal vez fuese porque eran sus únicos buenos recuerdos por lo que se acordaba a la perfección. Su vida con sus padres en Kazajistán fueron los mejores cuatro años de la vida de Otabek Altin.

La famila Altin vivía en el campo, alejados de la vida muggle, e incluso de otras sociedades de magos y brujas. La casa de campo estaba cerca del lago Markakol, bastante cerca de las fronteras rusas, mongola y china. Era un paisaje tranquilo, verde en verano y ocre en otoño. Las aguas del lago reflejaban el cielo azul, y había tanto vastas explanadas de césped como bosques y montañas. Prácticamente no vivía nadie cerca de la orilla, pero la casa de los Altin no era visible para el ojo muggle: la casa de madera y piedra de tres pisos estaba protegida por varios encantamientos y hechizos, lo cual favorecía la pacífica vida de la familia.

Otabek apenas tenía dos meses cuando sus padres decidieron mudarse a aquella zona de Kazajistán: nadie había entendido la repentina decisión de la joven pareja de alejarse del mundo, llevándose consigo su pequeño bebé. Pero las verdaderas razones estuvieron guardadas entre el señor y la señora Altin.

Ambos eran aurores que habían optado por llevar una vida más simple y relajada, alejada del peligro mago y de la tecnología muggle, en busca de un lugar apropiado para rehacer su vida junto a su recién nacido hijo. Sin contar a sus familiares y amigos más cercanos, nadie sabía dónde residía ahora la familia.

Selma Altin era una bruja fuerte de espíritu y de mente. Siendo mitad turca y mitad británica, poseía unos rizos pelirrojos tan salvajes y ardientes como el fuego mismo. Sus ojos verdes eran los más brillantes y dulces que había visto Otabek en toda su vida. Tanto su pelo como sus ojos contrastaban mucho con su piel morena, curtida por tantos trabajos en el exterior. Era una mujer bajita, apenas llegaba al metro sesenta, su cuerpo era delgado pero estaba fortalecido, y sus manos eran las más suaves que nunca habían tocado a Otabek.

Por su parte, Erkan Altin era un hombre alto, fuerte y ancho. Tenía la piel oscura, al igual que su pelo negro y sus ojos marrones. Su mandíbula era fuerte, y se abría mucho al reír y al comer, las dos cosas que más le gustaba hacer. Era un hombre de apariencia y actitud fuertes, pero tenía dos grandes debilidades: su mujer y su hijo pequeño. Eran sus tesoros y lo único capaz de hacerle temblar el corazón.

Erkan y Selma habían sido aurores desde que se graduaron en Koldovstoretz y Durmstrang, respectivamente. Erkan había estudiado en la escuela de Rusia, al igual que toda la generación Altin, y por su parte, Selma había sido Premio Anual de una de las Siete Grandes Escuelas del Magia. Mientras que Erkan sólo era bueno en Defensa contra las Artes Oscuras, Selma podría haber tenido cualquier trabajo en el mundo que desease, teniendo en cuenta sus excelentes notas. Pero ambos habían elegido el mismo empleo: aurores.

Posiblemente nunca se hubiesen conocido de no ser por la decisión de Selma de trasladarse a Astaná, la capital de Kazajistán, persiguiendo a una antigua familia de morgífagos rumana. Erkan, dos años menor que ella, acababa de entrar en el equipo de aurores kazajos, y lo enviaron a trabajar con Selma. Sus primeros meses trabajando juntos se basaban en disputas: Selma era muy seria y meticulosa en su trabajo, pero Erkan era mucho más arriesgado. Además, la gente siempre consideraba superior a Erkan al sacarle más de tres cabezas a Selma, y el chico se burlaba de su supervisora por su apariencia aniñada.

Tardaron más de cinco meses en congeniar. Selma por fin había dado con el escondite de la familia rumana y Erkan estaba capacitado para hacer equipo con ella. Juntos, atraparon a los cinco integrantes de la familia y los encerraron en la prisión de Azkaban. Tras ese tiempo juntos, se les hizo difícil separarse: Selma volvería a Turquía, mientras que a Erkan le mandaron a trabajar a Rusia. Ninguno de los dos podía negar que habían vivido mucho juntos, y que lo que sentían al final de su corta convivencia no era igual que lo que sentían al principio. Sin embargo, nunca le dijeron nada al otro.

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora