El Kazefune se movía con tranquilidad sobre el cielo nocturno: jugaban en contra de las ocho horas de diferencia entre Mahoutokoro y Uagadou y las siete de viaje, así que mientras que habían salido de África al amanecer, llegarían a Japón poco antes de medianoche.
Despertaron a Yuri una hora antes de llegar a Mahoutokoro. El chico, como el resto de Elegidos, había optado por dormir esas horas de viaje. Yuri parpadeó, confundido por un momento ante la insistencia con la que alguien lo zarandeaba por el hombro, hasta que consiguió distinguir la figura de Minako.
-Arriba- le susurró la profesora para no despertar a Víktor, que dormía junto a él sobre el tatami de una de las habitaciones de la planta alta. –Tienes que venir.
Yuri no hizo preguntas, sino que se levantó, buscó sus gafas y su varita y salió del cuarto tras Minako. En el pasillo, las puertas de papel estaban cerradas, dejando a los Elegidos dormir a pierna suelta. Sin embargo, al igual que había hecho con Yuri, Minako entró en la habitación de Phichit y Otabek, junto a la de Yuri. Al poco salió con un adormilado Phichit, que se frotaba los ojos con sueño.
-¿Qué pasa?- preguntó en un susurro tras bostezar.
-Sois los anfitriones esta vez- Minako los empujó hacia abajo por las escaleras. –Llegaréis antes para darles la bienvenida.
-¿No deberíamos llegar como Elegidos, junto al resto?- inquirió Yuri, que siempre se espabilaba antes que Phichit, aunque su amigo tuviese al final más energía.
-Llegaréis como Elegidos- asintió Minako cuando llegaron al primer piso. Los sacó fuera, a la cubierta del barco. Los pétalos de flores de cerezo brillaban en tonos rosas, guiando el camino del Kazefune a través del cielo nocturno. –El colegio os recibirá como héroes. Pero también haréis de buenos anfitriones: cuando los demás lleguen, vosotros le daréis la bienvenida como estudiantes de Mahoutokoro. Estudiantes especiales, por supuesto.
Yuri y Phichit intercambiaron una mirada emocionada con restos de sueño. Minako soltó un suspiro cansado.
-Tenéis unas pintas horribles: se nota que habéis trasnochado. Venga, lavaos la cara- dijo, haciendo aparecer una pequeña fuente en el aire para que los chicos pudiesen asearse un poco.
-¿Y cómo vamos a viajar? ¿En alfombra?- preguntó Phichit que, tras echarse agua en la cara, estaba algo más lúcido.
-Oh, no- Minako sonrió con emoción. Cuando lo hacía, Yuri recordaba a su amiga y no a su profesora. –Viajaréis en dragón, por supuesto.
Justo cuando terminó de decir estas palabras, se levantó el aire tras los dos chicos. Yuri se giró con el corazón en un puño. Phichit soltó una exclamación emocionada y Yuri tragó saliva, inquieto.
Un enorme dragón de escamas iridiscentes agitaba sus alas tras ellos. Sobre el lomo del dragón, iba sentada una mujer de unos treinta años, de piel morena y pelo corto y rojizo. Llevaba unas gafas de piloto que le protegían del aire y unos guantes con los que sujetaba unas especies de riendas. Les sonrió con todos los dientes y alzó el pulgar.
-Chicos, os presento a Roxanne Weasley, dragonolista especializada en dragones de montura- les anunció Minako con otra sonrisa.
-¡Encantada, chicos!- los saludó la mujer desde el dragón. –Me encantaría hablar con vosotros, pero me temo que vamos mal de tiempo, ¿no es así, profesora Okukawa?
-Cierto- Minako se apresuró a empujarles por la cubierta del Kazefune mientras Roxanne Weasley lanzaba unas escaleras de cuerda que a Yuri no le inspiraron mucha confianza. –Venga, poneos esto: túnicas de vuelo.
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Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)
Fiksi PenggemarCada cinco años, las Siete Grandes Escuelas de Magia organizan un torneo para decidir al mejor mago del planeta: el Gran Prix Mágico. Este año, Yuri Katsuki, estudiante de la Escuela de Magia Mahoutokoro en Asia, decide presentarse en pos de conocer...