CAPÍTULO 167: SANGRE, FIEBRE

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En una mesa al fondo de la taberna Cabeza de Puerco, acompañados por un perro que, misteriosamente, podía dormir a pesar del ruido, dos muchachos con uniformes del Gran Prix Mágico y túnicas de Hogwarts bebían y reían como si les fuese la vida en ...

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En una mesa al fondo de la taberna Cabeza de Puerco, acompañados por un perro que, misteriosamente, podía dormir a pesar del ruido, dos muchachos con uniformes del Gran Prix Mágico y túnicas de Hogwarts bebían y reían como si les fuese la vida en ello.

Hacía mucho tiempo que no se lo pasaban tan bien ellos dos solos, huyendo de las preocupaciones que rondaban la mente de cada uno y riéndose de las desgracias.

Víktor no pensó en Mila ni en Yuri ni en nadie. Se centró solo en lo mucho que se estaba divirtiendo con su mejor amigo, alzando el codo con cada copa de bourbon que la camarera les servía.

—Deberíais marcharos ahora que está anocheciendo, pillines —les reprendió la mujer, aunque con una sonrisa—. Sois mayores de edad y no sois estudiantes como tal de Hogwarts, así que vosotros veréis. Pero conozco a la directora McGonagall y sé que el castigo que os llevéis no será tan divertido.

La respuesta de los dos muchachos, con los rostros rojos y los ojos llenos de lágrimas de la risa, fue soltar una carcajada. La camarera puso los ojos en blanco y se dio la vuelta, sacudiendo la cabeza.

—Me imporrrrta una mierrrrda lo que me digan —rio Víktor, con su fuertes erres marcadas por el alcohol—. Más miedo me da Yakof, Yakov, y me da igual.

—¡Yo no me voy de aquí hasta que nos echen! —brindó Chris con su amigo, riendo de nuevo.

El muchacho había conseguido ahogar la sombra de la muerte bajo copas y copas de alcohol. Ni siquiera sabía qué día o qué hora era, solo que estaba teniendo un gran momento con Víktor, ambos riendo, contándose anécdotas y bailando sobre las sillas sin sentir ninguna vergüenza porque el resto de la clientela los observase.

—Hey, hey —le dijo a Víktor, acercándose a él—. ¿Recuerdas esa chica que te tiraba los tejos durante el Torneo de los Tres Magos?

—¿Cuál de todas? —repuso Víktor con un rebuzco de la risa.

—La francesa de quinto curso que siempre te llevaba una piruleta en los desayunos.

—Ah, sí. —El muchacho enseñó los dientes—. Porrr su culpa tuve dolor de mulas.

—Muelas.

Muevas.

—Esa —rio Chris, y se le resbaló el codo, haciendo que se le derramase algo de bourbon de su copa—. ¿Te acuerdas de cómo te llamaba?

Víktor hizo una pedorreta y se palmeó el muslo, asintiendo.

Víktoggg-pu!

Ambos se pusieron a reír con tal estruendo, golpeando las mesas y el suelo, que incluso alteraron a Makkachin, quien ladró a forma de protesta.

—¡Es que era fantástica! —exclamó Chris, secándose las lágrimas—. Todas las mañanas: «Buenos días, Víktog-pu. Toma una piguleta paga que empieses caggado de eneggías».

Gran Prix Mágico (Yuri!!! on Ice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora