Cada cinco años, las Siete Grandes Escuelas de Magia organizan un torneo para decidir al mejor mago del planeta: el Gran Prix Mágico. Este año, Yuri Katsuki, estudiante de la Escuela de Magia Mahoutokoro en Asia, decide presentarse en pos de conocer...
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Sentada en su cama, Yuko intentaba calmar sus nervios cogiendo aire y soltándolo con lentitud. Su compañera de cuarto hacía rato que se había marchado para ver la prueba desde un buen sitio en las gradas, así que estaba sola, pero en ese momento no le gustaba la soledad. Necesitaba a alguien que la distrajese antes de la prueba, alguien que le dijese que meterse en aquello no había sido una locura.
¿Por qué había aceptado ayudar a Yurio? Tal vez fue por la confianza con la que el chico se lo pidió; una confianza extraña, basada en los pocos días que le había ayudado con la danza elemental. O tal vez fuese porque no hubiese pensado que nadie se lo pediría (exceptuando a Yuri) y se sentía orgullosa de que alguien hubiese pensado en ella.
Por otra parte, ¿por qué no había esperado a que Yuri le preguntase? Tal vez ayudar a su amigo le habría dado más confianza en sí misma. Bueno, había pasado varias tardes a solas con Yurio y no parecía mal chico, pero de ahí a querer protegerlo tanto como Yuri... ¿Y si su amor hacia su amigo acababa provocando que ella hiciese algo desfavorable para Yurio? Pero no podía hacer eso: tendría que enfrentarse a Yuri si se le presentaba la oportunidad...
Alguien llamó a la puerta y, por un momento, creyó que sería Yurio que iba a buscarla para bajar a la playa. Pero quien apareció en la puerta era el único que podría sacarle una sonrisa en ese momento.
—¿Qué haces con eso puesto?— le riñó a Takeshi, sintiendo las mejillas completamente rojas pero, igualmente, dejando escapar una traicionera sonrisa.
—¿Esto?— el chico se miró la camiseta blanca en cuyo centro aparecía el rostro de Yuko sonriendo y la palabra "FIGHT!" bailando a su alrededor. —Es para apoyarte en la prueba.
—Pensaba que apoyarías a Yuri.
—Y lo hago— se subió la camiseta y, bajo ésta, había otra con la cara de Yuri que llevaba durante la primera prueba. —Pero tú siempre serás primordial.
Yuko no pudo evitar sonrojarse. Llevaba enamorada de Takeshi desde hacía tanto tiempo que ni lo recordaba, pero hasta hacía unas semanas no habían comenzado a salir. Por eso cada vez que él decía una frase de ese estilo sentía como si un grupo de mariposas bailasen samba en su estómago.
—¿Qué haces aquí?— preguntó por fin, dejándole pasar.
—Imaginaba que estarías nerviosa— respondió él. Luego miró las manos de Yuko, que temblaban inquietamente. Las tomó entre las suyas y las apretó. —Ya veo que lo estás.
A Yuko todavía le ponía nerviosa esa cercanía. Aunque hubiesen empezado a salir, todavía no se habían siquiera besado. Así que cada vez que Takeshi se acercaba, no podía evitar que su corazón latiese ante la expectación y el nerviosismo.
—No tienes que estar nerviosa— le aseguró él, llevándose las manos a los labios. Sin dejar de mirarla a los ojos, las besó. Yuko sintió que se derretía: siempre era tan delicado y dulce con ella... —Lo vas a hacer muy bien. ¿Tengo que recordarte quién es la mejor bruja de Mahoutokoro?
