¡Helou florecillas! Que disfrutéis de este capítulo que igual algunas lo estaban deseando mientras que otras no tanto :PNi tan siquiera recordaba que existía esa foto, tardé varios segundos en rememorar aquel día en el restaurante para celebrar que su padre y mi madre se habían casado, puesto que no hicieron ninguna celebración ya que ambos habían pasado por eso antes. Mamá se empeñó en hacernos una foto mientras esperábamos el postre. Observe la sonrisa en mi yo del pasado, era radiante, incluso podía ver el brillo de mis ojos azules porque estaba feliz, totalmente ajena al infierno que el ser que tenía al lado me haría pasar tan solo unas semanas después. Contemplé a Joan en aquella foto, también sonreía. Parecía relajado y sereno, por más que quisiera negarlo tenía que admitir que era demasiado guapo y precisamente mi sonrisa de la imagen se debía a ello.
Detestaba haber sido tan inocente. Haber fantaseado que entre él y yo podría... ¡Bah! Solo eran imaginaciones de una perturbada adolescente, aunque aún lo siguiera siendo, pero al menos había madurado en ese sentido y había visto que Joan solo poseía su belleza externa, pero en su interior estaba demasiado podrido.
De nuevo me pregunté porqué conservaría esa foto. ¿Para que la tenía allí? Además debía estar en su escritorio teniendo en cuenta que le había tirado el ordenador, la play y algunos libros que había por el suelo.
—No debías encontrarla —pronunció aquella voz y di un salto al no esperar que él regresara. ¡Se había marchado en moto joder!, ¡Se suponía que no debía volver! No sabía cuanto tiempo me había quedado observando aquella foto completamente absorta, pero evidentemente el necesario para que hubiera regresado y entrado en casa sin darme cuenta.
—¿Por qué tienes esta foto? —exclamé exigente, sin importarme un bledo que estuviera en ropa interior medio sexy.
«Y digo medio porque no era transparente»
—¿Acaso no es evidente? —contestó con otra pregunta mientras caminaba hacia mi.
Él y sus juegos. Con él todo eran suposiciones, adivinanzas y titubeos. Nunca era claro. Nunca era directo. Siempre maquinaba como hacerme daño de mil modos posibles y seguramente aquello solo era otro de sus juegos.
—Lo único evidente aquí es que tienes una foto nuestra en tu habitación cuando ambos sabemos que no puedes ni verme —solté sin dejar que me intimidara su cercanía.
—Tengo esa foto porque me recuerda lo único que no podré tener —dijo a un paso de distancia, deteniéndose frente a mi como si esperaba ver mi reacción.
¿Lo único que no podía tener?, ¿A que se refería?
—¿Una hermana? —exclamé sin comprender nada.
—No necesito ninguna hermana —aseguró con voz firme y de lo más serio—. Y tú estás muy lejos de serlo.
—Déjate de jueguecito de adivinanzas imbécil. ¿Porqué tienes mi foto? —insistí puesto que no pensaba irme de allí sin averiguarlo costara lo que costara.
—Porque en esa foto estás feliz —contestó y eso era algo cierto, no se podía negar que lo estaba.
—¿Y eso que tiene que ver? —pregunte no siendo relevante.
—Estás feliz porque estas junto a mi —respondió y observé de nuevo la foto.
¿Cómo sabía él eso?, ¿Y que tenía eso que ver con lo único que no podría tener?
—Estaba feliz porque no sabía el infierno que me esperaría solo unos días después y lo capullo integral que era mi nuevo hermanastro —solté con verdadero hastío en la palabra final.
—Estabas feliz porque te gustaba, lo vi en tus ojos nada más verte, no podías negar en cada expresión de tu cuerpo que te agradaba tu nuevo hermanastro.
—Aunque lo que dices fuera cierto, que no lo es... no cambia el hecho de que te odie, ni que tu me detestes, lo cual no es motivo alguno para que tengas una foto mía en tu dormitorio —dije con toda la intención de partir en dos aquella imagen y convertirla en añicos, pero antes de que pudiera hacerlo el me detuvo.
—Eres tú —dijo cogiendo mis manos entre las suyas—. Lo que me recuerda esa foto que jamás podré tener es a ti.
¿Tenerme?, ¿A que demonios se refería?
—¿De qué.... —Mis palabras se quedaron en el aire porque sus labios sellaron los míos a la vez que sus manos abandonaban las mías para estrecharlas en mi rostro y así evitar que me apartase.
—Estoy completamente loco por ti, Andrea —susurró abandonando levemente mis labios y aquellas palabras martillearon mi cerebro como si lo estuvieran verdaderamente aporreando.
—¡Andrea!, ¡Estás en casa! —El grito de mi madre me sacó de mi aturdimiento y me aparté de él rápidamente saliendo de su habitación.
—¡Si mamá!, ¡Buenas noches! —contesté en el pasillo y sin esperar a que me respondieran me metí en mi habitación cerrando la puerta conforme me dejaba caer en el marco de esta.
¿Qué cojones acababa de suceder?
«Estoy completamente loco por ti, Andrea»
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Andrea y sus neuras
Teen FictionCuando la locura se convierte en un arma poderosa. ** Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...