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Hello florecillas! Espero que disfrutéis del capítulo!

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Debía serlo. ¿Cómo iba a hablar en serio? Era obvio que solo quería provocar a Verónica, que ardiera de celos al pensar que esa noche se acostaría conmigo "muy fingidamente para más inri".

«Lástima que no pudiera enterarse Joan... disfrutaría a las mil maravillas si creyera que es verdad» pensé conforme aguardaba a que Verónica saliera del baño puesto que me había quedado claro por el ruido que Nicola ya lo había hecho. Escuché un grito seguido de un golpe en la puerta y después como debió salir dando un portazo al mismo tiempo que las voces de otras chicas entraban al baño.

A pesar de que sabía que se había marchado aguardé unos minutos antes de salir por si acaso y conforme caminaba bordeando la pista de baile Nicola me raptó de la cintura alzándome en el aire y arrastrándome de nuevo hacia la pista de baile mientras yo reía por su interesante forma de hacerlo. No me pasó desapercibido que nos observaban y si estábamos llamando la atención de ese modo, imaginaba que la de Joan estaba incluida.

—No te he preguntado si debía llevarte a casa a una hora concreta —dijo una vez que me había dejado en el suelo y pude mirarle a la cara.

No hizo referencia a lo sucedido en el baño con Verónica, pero imaginaba que no tenía porqué contármelo, después de todo yo no era su confidente, ni tampoco alguien con quien debiera desahogarse, aunque tampoco pensaba decirle que en cierto modo estuve presente.

—Realmente no tengo hora, puedo volver cuando quiera —contesté sonriente.

—¡Genial!, En ese caso cuando acabe la fiesta, me gustaría llevarte a un lugar muy especial —dijo guiñándome un ojo y eso hizo que mi pulso se acelerara.

¿Un lugar muy especial?, ¿Para qué?

Vale. Lo reconozco. Mis pensamientos iban frenéticamente y a toda velocidad sin freno teniendo en cuenta lo que acababa de decirle a Verónica sin que yo lo supiera.

«No te embales Andrea, que seguro que no es lo que tu piensas» me dije teniendo presente que ni en el caso más remoto Nicola querría acostarse conmigo. Además, entre nosotros no había ocurrido nada que no fuera premeditado y planificado, por lo tanto era inviable que algo así sucediera. Pero... ¿Y si fuera así?, ¿Y si pretendiera cumplir cada palabra que le había dicho a esa rubia que nos miraba con odio?, ¿Podría ser? Y de serlo, ¿Estaría yo dispuesta a acceder?

No tenía respuesta para esa pregunta, en realidad era muy distinto fingir una relación con cosas que no sucederían jamás a hacerlas realidad. Eso sin tener en cuenta que él aún seguía coladísimo por la novia de mi hermanastro con la que incluso había engañado a éste y eso que supuestamente era su mejor amigo... ¡Vaya lío!

—Claro... —susurré sin estar del todo segura y observé como sonreía y seguidamente se acercó a darme un cálido beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios.

—Te encantará... —susurró cerca de mi oído y me estremecí.

¡Joder!, ¡Ahora estaría con los nervios a flor de piel toda la noche!

Permanecimos en la pista de baile durante bastantes canciones, incluso había perdido la cuenta del tiempo y que cada minuto que pasaba me acercaba más a ese momento de quedarme a solas con Nicola. Vanessa y Lourdes se unieron a nosotros en la pista además de Zacker y varios más del grupo de amigos de Joan, pero ni rastro de éste y su flamante novia o exnovia porque ya ni sabía en qué punto estaban. Las bebidas comenzaron a correr de mano en mano, di un par de sorbos a algo que estaba bastante fuerte y sentí como el alcohol se filtraba por mis venas parcialmente, pero no lo suficiente para sentirme mal, sino todo lo contrario.

La gente comenzó a marcharse poco a poco y anunciaron que en treinta minutos la fiesta acabaría.

—¿Nos vamos? —preguntó Nicola unos minutos antes de que nos echaran a todos.

—¿Ya? —exclamé recordando que no me llevaría a casa, sino a ese lugar especial del que me había hablado.

—Cerrarán dentro de poco, ¿Para qué esperar? —preguntó y me rodeó con el brazo la cintura.

—Si, claro —dije sin negarme y comencé a despedirme de mis amigas y el resto del grupo.

No había visto a Joan por la pista de baile en ningún momento, seguramente se habría marchado en vista de que él y Verónica habían roto, aunque ella si que pululaba de vez en cuando a nuestro alrededor y juraría que cada vez con más alcohol en su cuerpo.

Me recogí la falda del vestido para caminar mejor y cuando alcé la vista conforme nos dirigíamos hacia la salida la figura de Joan se interpuso entre nosotros.

—Lo siento Verdini, pero le prometí a mi padre que la llevaría yo mismo a casa y me aseguraría de que se metía en la cama igual de intacta que cuando salió —soltó así sin filtro alguno.

¡Será idiota!, ¡Capullo integral sin cerebro!

—Creo que no será necesario Baker... —susurré con los dientes apretados, aunque sabía que Paul le había dicho que me llevara a casa si se hacía tarde y nadie me acompañaba, estaba sacando las cosas fuera de contexto y si no fuera porque había discutido con Verónica, estaba segura de que ésta le habría comentado su conversación con Nicola en el baño.

—Me gusta tan poco como a ti, hermanita... pero las órdenes son órdenes —argumentó encogiéndose de hombros.

—¿Desde cuando obedeces tú a tu padre? —exclamé sabiendo que se pasaba por el forro lo que le decía la mayoría de ocasiones.

—No voy a discutir. Esta noche no vas a ir a ninguna parte sin mi.

Y no lo haría. El capullo integral se había quedado allí, como si fuera el guardia de seguridad de una discoteca y sabía que no me dejaría marchar.

—No importa preciosa, en otra ocasión será —mencionó entonces en tono suave Nicola y me guiñó un ojo antes de despedirse con un rápido beso en los labios y dejarme allí con mi perro guardián.

—Estarás contento, ¿no? —Le grité conforme avanzábamos hacia el coche y no pude contener mi furia.

—No sabes cuanto —contestó y supe que lo hacía solo para fastidiarme más.

—¡Eres un cretino! Rompes con tu novia y lo tienes que pagar conmigo, ¿Verdad?, Que sepas que lo habrás evitado esta noche, pero no podrás hacerlo siempre —Le dije como si con eso afirmara que verdaderamente iba a acostarme con Nicola esa misma noche.

—Eso lo veremos. Sube al coche —dijo en tono serio y me prometí no contestar, de hecho no pensaba dirigirle la palabra durante el resto del camino aunque intentara provocarme.

Guardé silencio, estaba tan cabreada y enfadada que ni siquiera me di cuenta de que no nos dirigíamos a casa, sino a las afueras de la ciudad, ¿A dónde diablos me estaba llevando Joan?

Guardé silencio, estaba tan cabreada y enfadada que ni siquiera me di cuenta de que no nos dirigíamos a casa, sino a las afueras de la ciudad, ¿A dónde diablos me estaba llevando Joan?

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Andrea y sus neurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora