Cuando la locura se convierte en un arma poderosa.
**
Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Surrealista!, ¡Definitivamente no podía ser verdad!, ¿Cómo iba a serlo?, ¿Cómo iba a gustarle a Joan si me había tratado como escoria? Me había insultado, humillado, rebajado y pisoteado.
—Imposible —susurré conforme me dejaba caer en el suelo y me tocaba los labios, los mismos que él me había besado únicamente para hacerme creer que era cierto.
Solo era otro más de sus juegos para volverme loca. Uno más para su pérfido plan del cual no pensaba participar.
¿En qué mundo iba yo a gustarle a Joan después de todo lo que me había demostrado en el último año?, ¿Quién a creer algo semejante? No solo era ridículo, sino que estaba fuera de lugar y por esa misma razón sabía que solo se trataba de un juego, de algún plan maquiavélico de su retorcida mente siniestra.
Su prioridad parecía ser hacerme daño, no dejarme ser feliz, era como si le satisficiera joderme la vida por completo y no se lo pensaba permitir. Iba a apostar todas mis cartas en la relación con Nicola independientemente de si esta salía bien o mal. Quizá él nunca dejara de sentir lo que fuera que sentía por Verónica, pero al menos había decidido darnos una oportunidad, intentarlo al menos y yo pensaba hacer lo mismo.
Aquello que fuera lo que me provocaba la cercanía de Joan solo era un mero acto reflejo de mi falta de experiencia. Estaba segura de que sentiría mucho más por Nicola cuando me tocara del mismo modo, cuando mi cerebro se concentrara en él y solamente en él.
¡Maldito Joan y sus mentiras!, ¿De verdad pensaba que iba a creerme que estaba loco por mi?, ¿En serio creía posible que me lo iba a tragar?
—Ni hablar —susurré en voz tan baja que ni siquiera yo misma me oí—. Demasiado había permitido que desmoronara mi vida como para dejar que lo siguiera haciendo.
¿Qué pretendía?, ¿Burlarse?, ¿Reírse de mi cuando consiguiera su objetivo? Pues lo lamento mucho Joan Baker, pero esta vez seré yo quien me ría de ti.
A pesar de que tardé en conciliar el sueño, finalmente me dejé arrastrar por el cansancio y el consuelo de saber que Nicola estaba conmigo, que no me encontraba sola en aquel entuerto y que me defendería de cara a sus amigos. Tal vez podría lograr que olvidase a Verónica y se enamorase de mi, ¿Era posible, no? Después de todo él había decidido darnos una oportunidad justo cuando Joan y ella habían dejado su relación, eso debía ser una clara señal de que sentía algo por mi por mínimo que fuera.
La alarma sonó a la misma hora de siempre, pero apenas había logrado dormir cinco horas mal contadas por lo que la apagé mientras me hundía aún más en la almohada. Evidentemente mi madre debió darse cuenta de que seguía durmiendo porque escuché que golpeaban en mi puerta, sin lugar a duda era ella. Salí dando tumbos de mi habitación colocándome una bata de estar por casa y fui medio zombie hacia el baño, la puerta estaba abierta, así que entré sin pensar que estaría ocupado.
Lo estaba.
Por un Joan desnudo cuya única prenda eran unos calzoncillos que le sentaban como un guante y permanecía de pie frente al espejo cepillándose los dientes.
«La madre que me parió» gritó mi subconsciente.
El nudo en mi garganta debió ser evidente porque me quedé sin habla. ¿Por qué no había echado el pestillo al baño como hacía siempre? Incluso la había dejado abierta...
—Yo... mejor vuelvo luego —dije dándome la vuelta y siendo consciente de que me había visto en ropa interior.
¡Mierda!, ¡Anoche también me vio en ropa interior!
—¿Vas a huir siempre? —mencionó a mi espalda.
—¿De los mentirosos? Siempre —contesté sin mirarle.
—Puedes acusarme de todo lo que quieras, lo aceptaré sin negarlo, pero lo que te dije anoche era verdad.
¿De verdad iba a seguir con ese juego?
—¡Muy bien! —exclamé empujando la puerta pero conmigo dentro de aquel baño dejándonos solos a los dos—. Digamos que quisiera creerte —ironice—. Digamos que por una décima de segundo me trago tus palabras pensando que por primera vez son sinceras, ¿Qué pretendes?, ¿Qué deje mi relación con Nicola para estar contigo? —bufé soltando una risotada—. ¿Acaso crees que podría siquiera plantear la posibilidad de tener algo contigo teniéndolo a él? —inquirí con más énfasis—. Tú no eres ni la mitad de hombre de lo que es Nicola —pronuncie con verdadero rencor en mis palabras.
Sabía que eso era lo que más le jodía, por lo que le daría justamente donde más le dolía; su orgullo.
—¿Quieres que te demuestre lo equivocada que estás? —exclamó escupiendo en el lavabo y tras enjuagarse en una milésima de segundo cerró el grifo para mirarme con aquel ceño fruncido—. ¿De verdad deseas que te enseñe lo poco hombre que es ese idiota? —insistió acorralándome contra la puerta—. Créeme, ardo en deseos de demostrártelo —jadeó tan cerca de mi oído que sentí como mi cuerpo se estremecía.
«Jodido traidor»
En realidad solo debían ser mis hormonas revolucionadas por la cercanía de aquel cuerpo semidesnudo pegado a mi.
«Eso y que está buenísimo, no te jode» pensé en mis adentros.
Y lo peor es que él debe saberlo. Debe ser consciente de lo que provoca en las chicas con aquel cuerpo y precisamente por eso estaba haciendo aquello.
Si cree que seré como las demás, se va a llevar una buena decepción.
—Mejor te guardas tu demostración para tu adorada Verónica, a mi no me interesa en lo más mínimo.
Por un momento se apartó ligeramente y sus ojos azules contemplaron los míos.
—Tienes miedo —dijo sin apartar la mirada.
¿Miedo? Podría tener muchas cosas pero precisamente miedo no era una de ellas.
—¿De ti? —exclamé y me reí con una carcajada irónica—. Empiezo a creer que tienes un problema de egocentrismo muy elevado.
—Te asusta lo que sientes hacia mi —reiteró haciendo caso omiso a mi comentario.
—Dudo que me asuste la repulsión, el rechazo y el odio —contesté cruzándome de brazos solo para interponer más distancia entre él y yo.
—Si sintieras todo eso por mi, no habrías respondido a mi beso como lo hiciste. Si estuvieras realmente enamorada de Nicola, no te habrías entregado de esa forma cuando toqué tu cuerpo. Tal vez me odies, me detestes y creas que soy el peor ser humano que has conocido, pero no puedes negar que te sientes atraída hacia mi por más que no quieras.