Cuando la locura se convierte en un arma poderosa.
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Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...
He subido capítulo doble flores! Así que no os perdáis el anterior!
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Tal vez si que podría olvidarla y sintiera por mi lo que algún día sintió por ella.
Tras bajar estuvimos dando una vuelta y de nuevo fuimos interceptados por la parejita feliz, así que en lugar de planificar una cena romántica en algún restaurante como aquel italiano al que me llevó una vez, decidimos picar algo por los puestos de comida rápida que había en la feria y regresar a casa.
Se suponía que Nicola debía dejar a Verónica y posteriormente a Joan y a mi en nuestra casa, eso nos daría la oportunidad de estar un rato a solas si el idiota de turno nos dejaba. Para mi sorpresa o estupor, fue el propio Joan el que propuso dejarnos en primer lugar alegando que ella vivía más cerca de Verdini.
Pensé que Nicola se negaría en rotundo, aunque simplemente alegara que iríamos a dar una vuelta en coche tras dejarles, pero en lugar de eso me pregunto a mi si me parecía bien, como si yo tuviera la última palabra.
¿Qué clase de encerrona era esa? Sabía muy bien que él me lo preguntaba porque conocía su historia, ¿Era una prueba de confianza?, ¿Tal vez no se negaba porque no quería mal y me pasaba a mi el marrón? ¿Qué se suponía que debía contestar? Si decía que no, sería la novia celosa y si decía que si, me pasaría toda la noche pensando si entre esos dos hubo algo.
¡Vamos Andrea!, ¡Se adulta! Si Nicola quisiera estar con Verónica no te habría pedido salir formalmente, seguiría como había estado hasta ahora fingiendo que estábamos juntos sin estarlo. Sin embargo si había apostado por la relación es porque de verdad sentía algo.
—Claro. No hay problema —admití con una leve sonrisa mientras apretaba la mano de Nicola dentro del vehículo.
Tenía que confiar en él y superar esa barrera en la que siempre me compararía con ella como si estuviera compitiendo cuando en realidad Verónica estaba con mi hermanastro y siempre había infravalorado a Nicola.
En cuanto nos bajamos del coche, la rubia despampanante ocupó el que hasta ahora había sido mi asiento con una enorme sonrisa.
Sentía ciertas ganas de pegarle un puñetazo en los piños, ¿Eso se suponía que eran celos? De pronto recordé que Verónica no hacía nada si salía oficialmente con Joan y habían vuelto a estar juntos, así que me calmé pensando que no tenía porqué preocuparme de nada, ¿De verdad estaba confiando más en ella que en él?
¡Deja de darle vueltas Andrea!
En cuanto el coche de Nicola se perdió me di cuenta que me había quedado a solas con Joan. Aún no era muy tarde a pesar de parecer noche cerrada porque apenas se escuchaba un ruido en todo el barrio.
—Creo que a partir de ahora las citas a cuatro se van a convertir en una costumbre —mencionó sin que nadie le preguntara nada y alcé una ceja no comprendiendo a que se refería.
—¿De que hablas? —pregunté sin recordar que no debía dirigirle la palabra.
—De que a partir de ahora me pegaré a ti como una sombra cuando salgas con Nicola —susurró acercándose a mi oído, pero en cuanto iba a responderle que ni de coña permitiría aquello comenzó a reírse conforme se alejaba para entrar a casa.
—¡De eso ni hablar, capullo! —le grité dando zancadas para alcanzarle—. ¿Me has oído? Tu haz tu vida con tu perfecta novia que yo haré la mía con el mío.
Era inútil. Por más que insistí, Joan se fue a su habitación y se encerró para no volver a salir dejándome con la palabra en la boca al pie de la escalera.
¿Dejarme en paz? Poco le había durado a ese su promesa.
El domingo teníamos planeado ir al cine, pensé en marcharme de casa antes de ser vista para que Joan no cumpliera su advertencia, pero si esperaba salirme con la mía la llevaba clara, por alguna razón inexplicable cuando llegamos a la puerta del cine allí estaba la parejita feliz; los dos sonrientes como si fuera una simple coincidencia.
¿Cómo sabían a qué cine iríamos?, ¿Y la hora?, ¿Es que nos habían perseguido saliendo de casa?
No entendía como, pero al final terminamos en la misma fila de la sala de proyección junto a ellos. Y encima la película la habían elegido los chicos; una de miedo nivel máximo.
Al menos no tuve que sentarme al lado de mi hermanastro el petardo o su novia, sino que permanecí en una de las esquinas.
Se puede decir que de la hora y media que duraba la película no había visto ni la tercera parte, ya que escondía la cabeza tras el hombro del italiano y este me acariciaba como si de ese modo me consolara. Ni tan siquiera probé las palomitas con lo que a mi me gustaban.
De regreso a casa me moría de ganas por preguntarle a Nicola que tal había ido su viaje a solas con Verónica. No me había escrito nada por mensaje la noche anterior, ni mencionado algo al respecto cuando me recogió para ir al cine, supuse que debía ser porque no existía nada memorable que mencionar, pero me parecía demasiado cotilla preguntar si no salía de él la información.
«Igual creerá que estoy celosa si lo hago»
No me había comentado tampoco su conversación en el baño, ¿Tal vez creería que me ofendería si lo hacía? Él le había dicho a Verónica que se acostaría conmigo, quizá no deseaba mencionármelo para no meterme presión respecto a ese tema.
—¿No te resulta extraño que esos dos ahora siempre estén con nosotros? —pregunté a Nicola aprovechando que al fin estábamos a solas.
—Lo de hoy ha sido una mera coincidencia —contestó encogiéndose de hombros—. No hay que darle mayor importancia y según me dijiste ayer fue una sugerencia del padre de Joan que no pudiste evitar...
¿Por qué le parecía bien aquello?, ¿No se suponía que los novios querían pasar tiempo a solas?
—¿Entonces a ti no te molesta? —pregunté intrigada. —Somos amigos desde hace años, con Joan un poco más reciente, pero me alegra que hayan aceptado nuestra relación ahora que sí es real —sonrió y vi que no se dirigía hacia casa, sino que comenzó a conducir hacia las afueras de la ciudad.
¿Dónde íbamos? No es que fuera muy tarde, pero pensé que me dejaría en casa teniendo en cuenta que al día siguiente habría clase.
—Creo que te has equivocado de camino —sugerí y los edificios que había a nuestro alrededor comenzaban a desaparecer dando paso a un bosquejo en el que se adentraba.
De pronto recordé la noche del baile, el lugar donde me llevó Joan y supe de inmediato que Nicola me estaba llevando hacia ese mismo lugar.
¿No decía Joan que Nicola se llevaba siempre allí a las chicas con las que se acostaba?
Por alguna razón mi piel se erizó y no sabía si era porque mi apuesto italiano tuviera esas pretensiones conmigo o porque aquel lugar me despertaría ciertas emociones que deseaba olvidar.
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