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Buenas flores!!! Siento no haber podido actualizar antes, no he tenido tiempo ni de mirarme en el espejo!
Que lo disfrutéis mis bellas!

Buenas flores!!! Siento no haber podido actualizar antes, no he tenido tiempo ni de mirarme en el espejo! Que lo disfrutéis mis bellas!

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Reprimí un quejido. Alcé la vista y vi su rostro relajado y dormido. El jodido era realmente guapo, sobre todo mientras dormía, algo que jamás había visto en él. Sus labios estaban perfectamente definidos, el óvalo de su cara era firme, masculino, erguido y verdaderamente atractivo.

Instintivamente toqué su cara, nunca le había acariciado, ni tocado sutilmente. En realidad nunca había estado tan cerca de él sin sentirme vulnerable por su forma de imponerse. En el instante en que lo hice, aquellos orbes enormes y azules se abrieron para mi, posando su mirada sobre la mía fijamente.

El silencio reinó durante segundos, o minutos, en realidad el tiempo dejó de existir, por alguna razón ninguno de los dos hacía nada. Ninguno de los dos decía nada. Solo estábamos. En aquel sofá, uno frente al otro y observándonos sin cesar.

Creía que iba a besarme. Verdaderamente creí que lo haría, pero el teléfono móvil comenzó a sonar incesantemente y me aparté de él bruscamente como si al fin recobrara el sentido y fuera consciente de la idiotez que estaba cometiendo.

Por un microsegundo creía que había magia. Un leve instante en el que no pensé que quien era él realmente, sino en la sensación que me transmitía al tenerle frente a mi de ese modo.

Sacudí mi cabeza haciendo que todos esos pensamientos se volatilizaran. Estaba segura que solo era el producto de la falta de sueño y de la inquietud por sentirme sola a la vez que desamparada.

Busqué el teléfono entre los pliegues del sofá, hasta que finalmente lo alcé y vi que se trataba de Paul. Descolgué rápidamente y miré hacia otro lado porque era incapaz de ver de frente a Joan. Su cara de recién despierto con ese cabello despeinado y ojos achinados revolvía algo en mi que no quería descubrir.

—Dime Paul —dije alejándome para poner distancia entre Joan y yo. Tal vez mi subconsciente pensara que de ese modo lo que acababa de suceder solo era producto de mi imaginación ya que me parecía impensable que hubiera pasado la noche con él.

«Dicho así suena fatal»

Vale. No había ocurrido nada. Tenía mi camisón exactamente en el mismo lugar de mi cuerpo y mis bragas no habían sido robadas, por lo que era evidente que no había sucedido nada, pero el simple recuerdo de estar enredada en su cuerpo me abrumaba.

¿En que momento había estado tan dormida para abrazarle y dejarme caer sobre él sin darme cuenta?

—Tu madre está fuera de peligro —contestó y sentí la liberación de aquella pesada carga.

Ella estaba bien. Ella se pondría bien. Ella volvería a casa.

Suspiré y no pude evitar que mis ojos lagrimearan de pura felicidad.

—¿Qué ocurre? —preguntó Joan acercándose pero coloqué una mano para evitar que siguiera haciéndolo y le di la espalda.

—¿Has podido verla?, ¿Le subirá a planta? Calculo que estaré allí en una hora más o menos...

Paul me dijo que no me preocupara, él estaba lo suficientemente bien para estar con ella. Ni siquiera sabía que hora era, pero tampoco me importaba porque era evidente que no pensaba ir a clase en toda la mañana. Al parecer mamá había pasado bien la noche e incluso se había despertado. No tenía gran lucidez y estaba cansada, pero eso era una señal de que se recuperaría pronto y podría volver a casa.

En cuanto colgué la llamada dejé el teléfono sobre la mesa de la cocina y me giré para subir a mi habitación a cambiarme. No tenía ni un minuto que perder para llegar al hospital.

—¿Quieres que te lleve? —preguntó de un modo extraño.

Por primera vez era como si Joan no quisiera importunarme, no presionaba, ni exigía, ni manipulaba, sino que me estaba dando a mi la opción de elegir si quería o no ir con él.

Sabía que él iría igualmente. La idea de estar de nuevo a su lado no me resultaba atrayente, sobre todo porque aún sentía un cúmulo de sensaciones extremas que me hacían verlo todo de forma diferente a la racionalidad que tendría que tener respecto a él. Tenían que ser mis hormonas disparadas, unidas al agotamiento mental y la sensación de soledad por lo sucedido en las últimas horas.

Quería decir que no, pero de mis labios solo salieron las palabras para aceptar su propuesta.

¿Por qué aceptaba?

Bien era cierto que nadie más podría llevarme si quisiera, todos estarían en clase incluyendo a Vanessa o Nicola. Por descontado estaba que ir caminando era impensable y acudir en transporte público o en taxi era como ponerme un cartel en la frente diciendo que estaba huyendo de él.

¿Huía de él?

«Por supuesto»

Como no iba a huir después de lo que acababa de suceder. Como no iba a salir por patas si sabía que había pasado la noche enroscada en su cuerpo aunque llevásemos ropa puesta.

El simple hecho de pensarlo ya hacía que mis mejillas se enrojecieran. Y lo peor de todo. ¡No sentía el desprecio y la repulsión que se suponía que debía sentir!

Me di una ducha en el baño de Paul y mamá para despejar mis ideas. No estaba la cosa como para cruzarme con un Joan en calzoncillos teniendo en cuenta que compartíamos baño. Lo cierto es que él siempre dejaba el pestillo echado cuando estaba dentro y nunca hasta hacía dos días lo había visto en ropa interior por casa, era muy cuidadoso en ese sentido, pero ahora todas las imágenes junto a la sensación que había sentido al despertar se apelotonaban en mis pensamientos.

¿Por qué demonios no podía quitármelo de la cabeza?

Debía ser la situación, el estrés, la sensación de congoja... en definitiva estaba segura de que cuando mamá volviera a casa, las cosas se tranquilizaran y me centrara en Nicola, todos esos pensamientos se volatilizarían.

Cuando miré el teléfono vi la cantidad de mensajes sin leer que tenía. La mayoría eran de Nicola, preocupado por el estado de mi madre. Después tenía bastantes en el grupo de Vanessa y Lourdes, preguntándome por mi cita con Nicola durante el fin de semana y algunos más reciente preguntándome porque no había ido a clase. Al parecer Nicola no las había informado, aunque tampoco tendría porqué hacerlo, ni andar de chismoso.

Decidí usar el trayecto en coche para contestar a todos ellos, eso me daba una razón para no tener que hablar con Joan. Agradecía infinita mente que no hubiera decidido ir en moto en aquella ocasión, eso implicaba estar demasiado cerca de su cuerpo y mi perturbada mente se dejaba llevar.

Cada vez que mis pensamientos se dirigían hacia ahí, los frenaba pensando en mi cita con Nicola minutos antes de que Joan nos interrumpiera, quería tener ese recuerdo aferrado, quería vivirlo con intensidad y hacer que me gustara lo que sentía, pero una y otra vez solo podía irme a ese momento en el sofá donde Joan me miraba con aquellos ojos acules, donde su cuerpo dibujaba el mío encajado en uno solo.

¡Joder!, ¡Me voy a volver loca!

¡Joder!, ¡Me voy a volver loca!

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Andrea y sus neurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora