—¡Oh dios mío! —grité en cuanto divisé la pantalla de mi móvil.
Me había desvelado y todo permanecía aún a oscuras, aunque por los rayos de sol que se filtraban levemente por la ventana atisbaba a adivinar que ya debía estar bien entrada la mañana. Alargué mi mano para ver la hora en mi móvil, pero lo primero que llamó mi atención era la notificación de la red social en la que me indicaba que Nicola Verdini me había enviado una petición de seguimiento.
«No puede ser, ¡No puede ser!» exclamé en mi fuero interno.
Aunque había deseado que me aceptase lo había creído tan improbable que ahora sentía un subidón de adrenalina inigualable.
—¿Qué pasa? —gimió Lourdes aún adormilada.
—¡Nicola Verdini me ha enviado una solicitud de seguimiento! —grité saltando de la cama y comenzando a dar pequeños brincos como si hubiera terminado el curso escolar.
—¡No! —gritó Vanessa saliendo de su cama y quitándome el móvil de la mano para comprobarlo—. ¡Es verdad! —exclamó sorprendida mirando hacia nuestra amiga Lourdes—. ¿No decías que esperarías al lunes? —añadió con ironía devolviéndome el teléfono.
—Si, pero luego pensé que esperar no iba a modificar los acontecimientos y me armé de valentía —contesté mordiéndome el labio y dejándome caer en la pared visualizando de nuevo aquella notificación pendiente hasta que mi dedo le dio a aceptar.
«Chúpate esa Joan» meditó mi conciencia.
Era consciente de que hacía aquello por odio hacia Baker, pero no podía evitar sentir cierto mariposeo en el estómago al saber que se trataba de Nicola. ¡Santo Dios!, ¡Nicola Verdini estaba como un queso!
—Igual no sabe que soy yo —dije de pronto haciendo que toda aquella alegría se desplomase y me sentí como si fuera un globo que acababan de pinchar.
—Has puesto la foto, ¡Claro que sabe que eres tú! Y si le queda alguna duda, mañana tanto él como todo el instituto sabrá que tú eres A.C.B querida amiga. Di adiós a tu anonimato en las redes sociales.
Realmente no sabía si quería renunciar o no a mi anonimato social, pero llegados a este punto, imaginaba que no había vuelta atrás.
Volví a casa a la hora de cenar. Habíamos aprovechado la tarde para ensayar algunas de las coreografías del curso pasado y así ponernos algo en forma después del verano aprovechando que no teníamos que estudiar.
—¡Hola mamá! —exclamé entrando en casa y comprobé que debía haber alguien porque el televisor estaba encendido a pesar de no haber rastro alguno de alguien.
—Ah ya estás aq... ¡Que te has hecho en el pelo! —gritó asustada y entonces recordé que ahora era de un rojo mucho más intenso.
—Nada —dije encogiéndome de hombros—. Solo es momentáneo y se va con los lavados —dije restándole importancia sin mencionar que no se iba a ir porque precisamente lo iba a seguir manteniendo.
—¡Ah!, ¡Vale! Por un momento pensé que te habías tintado el pelo —contestó ahora más calmada y acercándose para evaluarme—. Lo cierto es que no te queda mal, aunque me gusta mucho más tu pelo natural.
—¿Dónde están todos? —dije avanzando hacia las escaleras para dejar las bolsas en mi habitación.
—Paul está dándose una ducha y Joan salió a cenar con unos amigos, así que he pensado en pedir pizza, ¿Qué te parece?
—¡Genial! —contesté alegre y no por la pizza, sino por saber que el idiota de Baker no estaría.
Con suerte no tendría que verle esa cara de payaso hasta el día siguiente. Solo que, ¿Cuándo tenía yo suerte? En el momento en que mi sed era superior a mi sueño, me levanté para ir a la cocina a coger un vaso de agua y en el preciso instante que me di la vuelta cerrando la nevera, Joan entró por la puerta a hurtadillas, sabiendo perfectamente que era tarde y aún así le importaba un pimiento llegar a deshoras un domingo teniendo clase al día siguiente.
—¿Entrando a hurtadillas Baker?, ¿Acaso temes que se enteren de a qué hora llegas? —exclamé con evidente sarcasmo y un tono de voz alto.
—¡Calla pelirroja! —susurró acercándose hasta mi en dos zancadas hasta taparme la boca con una de sus manos y me tambaleé no esperando que lo hiciera, de hecho no sé ni como pude agarrar bien el vaso de agua.
Todo estaba oscuro salvo por la luz exterior que iluminaba la calle y que se filtraba a través de las ventanas de la cocina y el salón que al estar todo unido en una misma estancia hacía que la luz fuese mayor.
Joan desprendía un aroma que destilaba restos de alcohol, perfume masculino y cierta fragancia dulce que deducía sería del roce con su novia durante toda la noche. En aquel momento no sabía porqué estaba pensando en aquello, ni porqué demonios me venía a la mente Verónica restregándose con ese energúmeno. Si en aquella pareja debía darme pena uno de los dos, desde luego sería ella por la que pensaba compadecerme ya que Joan se merecía estar con alguien mucho peor.
Con aquel pensamiento alcé la mano que sujetaba el vaso de agua y lo volqué sobre su bonito rostro de facciones perfectas para empaparle.
—¡Qué demonios haces! —exclamó apartándose y no pude evitar reírme.
—La próxima vez piénsate mejor a quien mandas callar, idiota —dije tratando de esquivarle y avanzar hasta mi habitación. Si volvía a darme sed me aguantaría por tal de no volver a tropezarme con ese energúmeno.
No había dado ni dos pasos cuando estiró de mi brazo y sentí mi espalda chocando contra el frigorífico, notaba como el acero frío rozaba mi espalda y fui consciente de que solo llevaba puesto un pantalón corto y una camiseta de tirantes para mi desgracia, porque sentí todo el cuerpo de Joan Baker sobre el mío aprisionándome entre aquel electrodoméstico y mi cuerpo. Noté la frialdad de uno en contraste con el calor del otro y mis pensamientos no eran coherentes porque no sabía que demonios estaba pasando, pero era incapaz de moverme.
—No juegues conmigo pelirroja, no me tientes... porque si lo haces, vas a quemarte —jadeó tan cerca de mi rostro que su nariz rozaba la mía y su aliento rozaba mis labios.
Llegados a este punto, ¿Quien crees que es el protagonista?
A) Nicola Verdini
B) Joan Baker
¡¡Hagan sus apuestas florecillas!!
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Andrea y sus neuras
Teen FictionCuando la locura se convierte en un arma poderosa. ** Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...