Cuando la locura se convierte en un arma poderosa.
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Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...
Buenas florecillas bellas!!! Estoy a full con esta historia en el poco tiempo que tengo libre y la tengo bastante adelantada, ya estoy en el final de los finales!!!!! No creo que tarde mucho en subirla a Amazon, así que estad muy pendientes todas aquellas que deseáis descubrir lo que sucederá!
Pd: Me reí muchísimo con el final de este capítulo cuando lo escribía hahahahahaha
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No sabía si deseaba o no que lo hiciera, pero aquello no parecía un ofrecimiento, sino más bien un hecho.
—No es necesario. Estaré bien —dije en un afán de que me dejara a solas.
En realidad no quería estar sola, no en aquel momento, pero después de todo lo ocurrido no sabía si quería por compañía precisamente a ese idiota al que odiaba con todas mis fuerzas.
—No voy a dejarte sola en un momento así. Ve a darte una ducha caliente mientras preparo café bien cargado para una larga noche.
Preferí no discutir, no tenía fuerzas ni ganas de luchar por una causa perdida, así que subí las escaleras y conforme me acercaba a mi habitación fui desnudándome importándome un comino que pudiera verme en ropa interior, como si eso fuera relevante en aquel momento cuando la vida de mi madre estaba pendiente de un hilo.
Me coloqué una camisa ancha de cuadros que usaba como camisón para estar por casa y bajé las escaleras conforme me hacía uno de esos moños arreglados pero informales dando vueltas a la goma. El olor a café recién hecho inundaba toda la planta baja y acompañando al café había un surtido de lo más variopinto de dulces y galletas que debía haber recolectado entre los armarios.
No tenía hambre. Lo que menos me apetecía en aquellos momentos era comer algo. Sentía un agujero en mi estómago debido al estado de preocupación y aunque el café tampoco fuera de mi agrado, era lo único apetecible en aquellos momentos para combatir el cansancio.
En cualquier otra circunstancia me sorprendería la forma agradable en la que Joan se dirigía hacia mi, pero mi cabeza no estaba en esos momentos para evaluar la situación, supuse que después de todo no era tan macabro para actuar mal conmigo en un momento así.
Cogí la taza de café entre mis manos, esta vez estaba más cargado de lo habitual y me fui hacia el sofá como una autómata sin decir nada más que un simple gracias en voz baja. La casa estaba silenciosa. Demasiado y ese silencio abismal me incomodaba, así que cogí el mando de la televisión y pulsé un botón al azar. La pantalla iluminó parcialmente el salón que permanecía a oscuras, únicamente con la luz proveniente de la cocina que Joan apagó y todo se quedó a oscuras. Sentí sus pasos acercándose y encendió una de las lamparas que iluminaba de forma suave.
—¿Desde cuando te gustan los documentales? —preguntó en un tono de extrañeza.
Era cierto. No soy una gran fanática del reino animal, quizá un poco más de la naturaleza, pero normalmente solo veía la televisión si echaban algún deporte que me gustara, para el resto utilizaba aplicaciones como Netflix o HBO donde podía elegir lo que quisiera.