Cuando la locura se convierte en un arma poderosa.
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Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...
Uhhhhh veo muchas teorías conspiranoicas por ahí... ¿Acertarás alguna?
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Me empecé a asustar. Esta vez comencé a tener miedo de verdad. ¿Y si me hacía algo?, ¿Y si me tiraba por un barranco y fingía no saber nada después?. ¿Y si me dejaba tirada allí para largarse después mientras un violador en serie me raptaba?
«Déjate de paranoias conspiranoicas mentales, Andrea»
—¿Dónde demonios me estás llevando Baker? —dije con ímpetu, como si así no se percibieran mis nervios a flor de piel.
—Veo que ahora si hablas —comentó como si tuviera gracia—. Cuando lleguemos te lo diré.
«Genial. Demuestra ser el capullo integral que es»
—Quiero saber ahora mismo donde vamos o me bajo del coche —solté creyéndome capaz de abrir la puerta y saltar con el vehículo en marcha.
—Solo voy a mostrarte algo, después nos iremos a casa. —Si creía que de ese modo iba a calmarme la llevaba clara, pero aúna sí me crucé de brazos mostrando mi enfurruñamiento y fijé la vista en la carretera, puesto que todo comenzaba a ser oscuro y no tenía la más absoluta idea de donde estábamos.
Había visto demasiadas películas de misterio y crímenes para saber que aquello no pintaba nada bien, pero nadiiiiiita bien. Al menos tenía la seguridad de que Nicola sabía que me había marchado con Joan por si no regresaba jamás.
«Calma Andrea. Joan es un imbécil, pero no un psicópata» me repetí conforme las últimas luces desaparecieron y solo la oscuridad nos acontecía.
La arboleda era frondosa a nuestro alrededor, únicamente iluminada por los faros del coche y ni siquiera sabía que tan cerca de la ciudad existía esa especie de bosque. Repentinamente Joan comenzó a detener el vehículo y creí que nos quedaríamos allí, en medio de la nada, pero solo fue para adentrarse en un camino de tierra mucho más estrecho y lleno de baches. La cosa se iba poniendo cada vez peor, y más aún teniendo en cuenta que si saltaba del coche no tendría a donde huir porque no tenía ni la menor idea de donde estábamos.
Para mi absoluta conmoción, al final de ese camino un espectáculo de luces apareció frente a mi, se veía toda la ciudad. Era pura maravilla, un deleite visual. Ciertamente jamás había creído que un lugar tan recóndito fuera a esconder algo tan mágico. Podía apreciar la playa al fondo frente a nosotros y como se expandían las luces hacia el horizonte.
—¿Te gusta? —preguntó una vez que detuvo el coche y apagó el motor.
Me había quedado con la mirada fija frente a mi, embobada viendo el espectáculo visual que tenía ante mis ojos y olvidándome por completo de que estaba allí con el energúmeno al que más odiaba del planeta y el universo al completo.
Me encantaría responderle que no y que diera media vuelta para llevarme a casa, pero tenía que darle un punto a favor por haberme llevado a ese lugar tan bonito, aunque no entendía porqué me había traído.
—Es muy bonito. ¿Por qué estamos aquí Joan? —pregunté inmediatamente después no sabiendo que pintábamos allí los dos.
Nos odiábamos mutuamente, más bien me odiaba él y en consecuencia lo hacía yo, pero no sabía a santo de qué prorrogaba que pasáramos tiempo juntos y a solas.
—Descubrí este sitio cuando llegué aquí, en una de mis salidas cuando entrenaba. Al parecer no lo conoce mucha gente, por lo que suele estar vacío, es más conocido otro mirador más accesible que hay más atrás —dijo mientras ponía música en volumen bajo y abría la puerta del coche con la intención de bajar. Le seguí imitando el mismo movimiento y nos aproximamos al borde donde había una valla de madera para impedir la caída—. Le mostré este lugar a Verdini, desde entonces trae aquí a todas sus chicas para tener sexo. Una vez que lo consigue, pasa página y va a por su próximo reto.
Fruncí el ceño mientras apoyé mis manos en la valla y me giré para observarle.
—¿Es eso un delito? —exclamé como si no me importara. Después de todo yo no tenía esa clase de relación con Nicola.
—Esta noche pensaba traerte aquí para hacer exactamente lo mismo que hizo con las demás —mencionó en tono serio, como si realmente le fastidiara la idea.
Por un momento creí que le preocupaba de verdad lo que pudiera sucederme, pero solo fue un instante, un ápice de segundo antes de recordar que yo a él no le importaba una mierda.
—Como si eso te importase —bufé mientras rodaba los ojos y fijaba de nuevo la vista en el paisaje.
—Ya te dije que me importaba y no me creíste —contestó sin más.
—Y sigo sin creerte —puntualicé sin mirarle.
Escuché como bufaba por mi respuesta, era como si le fastidiara... pues bien, ya tenía dos trabajos que hacer; fastidiarse y llevarme de vuelta.
—¿Es que no comprendes que Nicola solo está contigo para joderme a mi? —exclamó dejándome completamente confusa.
—Si claro... ¡Invéntate otra Baker! —solté cruzándome de brazos y cabreándome de verdad. ¿Para joderle a él?, ¡Si pasaba de mi culo literal y si fuera por él, me aplastaba como a una cucaracha! —¿Tanto te cuesta creer que me quiera de verdad? —pregunté con cierta inquietud porque yo era la primera que sabía que no me quería, por la que sentía algo era precisamente su novia—. Mejor llévame a casa, ya se me han fastidiado las vistas.
No me apetecía seguir con esa conversación, aunque debía reconocer que había sido la única en la que parecíamos dos personas civilizadas.
—No —negó y pensé que se negaba a llevarme a casa por lo que abrí enormemente los ojos creyendo que sería capaz de dejarme allí a mi suerte—. No me costaría creerlo sino supiera que a la quiere es a otra.
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