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Taran taran taran se acerca el momento clave en esta historia....

A pesar de que mi odiado hermanastro y yo fuéramos al mismo lugar, me negaba en rotundo a viajar con él todo el camino, así que como buen novio que resultaba ser, Nicola me recogió para ir juntos y solos todo el camino

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A pesar de que mi odiado hermanastro y yo fuéramos al mismo lugar, me negaba en rotundo a viajar con él todo el camino, así que como buen novio que resultaba ser, Nicola me recogió para ir juntos y solos todo el camino. Agradecí que Joan hubiera decidido llevar su propio coche en lugar de auto invitarse a venir con nosotros.

Paul había sorprendido a mamá con una escapada a un spa de lujo todo el fin de semana, ahora que estaba prácticamente recuperada se merecía un buen descanso antes de volver al trabajo así que decidieron aprovechar que no estaríamos en casa para irse ellos también de fin de semana.

A pesar de que no pensaba poner un pié sobre un esquí, mi madre insistió en que llevase ropa adecuada para la nieve y no pillara una pulmonía. Mi intención para el fin de semana era descansar, leer, tomar chocolate caliente con nubes de algodón y lo más importante; dejar de ser virgen.

Lo que mi madre no sabía es que del dinero que me había dado, parte del mismo lo había gastado en un conjunto de lencería íntima casi transparente y demasiado sexy hasta para mi. Ni siquiera sabía como iba a ponérmelo sin que me diera vergüenza ajena, puesto que yo jamás usaba prendas de ese tipo. La braguita era minúscula, con encaje y seda o algo que imitaba a la seda en las zonas apropiadas. El sujetador era una obra de arte, no solo aparentaba que tuviera más pecho del que tenía, sino que unas cintas bajaban por la cintura embarcándola y provocando un efecto visual como si tuviera más curva de la que tenía. Sin duda eso era lo que me había convencido para adquirirlo.

Tenía toda la intención de ponérmelo el sábado por la noche, sabía de sobra que tendría habitación propia, pero esa noche no la pasaría sola.

El viaje hasta la casa de la montaña de los padres de Nicola no era tan largo como pensaba, quizá el hecho de ir hablando, escuchando música y contemplando el paisaje hizo que el tiempo volara. Tal vez también influía el hecho de mi determinación y que eso provocaba que los minutos se aceleraran.

Mi coherencia me indicaba que él era el chico correcto, el que cualquier chica desearía, es más, era la envidia de más de una compañera de clase, por no decir de mis propias amigas que suspiraban cada vez que Nicola me daba un beso antes de marcharse para dejarnos a solas.

Él era perfecto.

Él era único.

Él debía ser el indicado.

Cuando mis ojos visualizaron la enorme casa moderna rodeada de altos pinos formada en madera y piedra, me pareció que sería la típica construcción que aparece en las revistas de decoración. Era preciosa.

Llena de grandes ventanales con vistas a la montaña, numerosas habitaciones, un salón enorme con cocina unida donde había varios sofás y mesas con sillas. Resultaba evidente que aquella casa no era una simple residencia familiar, había sido ideada para pasarla con amigos o invitados de la familia.

Andrea y sus neurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora