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Mis bellas florecillas! Hoy habrá capítulo doble en compensación al miércoles pasado!!!
Que los disfrutéis!

Mis bellas florecillas! Hoy habrá capítulo doble en compensación al miércoles pasado!!! Que los disfrutéis!

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Los sábados en casa solían ser de plan familiar. Comer todos juntos puesto que durante la semana rara vez se conseguía por el trabajo absorbente de Paul y a veces también de mamá. Me sorprendió ver que Joan estuviera despierto desde temprano, habitualmente llegaba lo suficientemente tarde para levantarse suficientemente tarde. Parecía relajado, o eso inspiraba su chándal desgastado y su pelo despeinado. Daba la sensación que no tenía ningún plan por el que ausentarse de casa y eso en él era extraño.

Me había vestido con unos shorts vaqueros algo desgastados y botas altas, combinándolo con una camisa de cuadros en tonos azules, blancos y rojos, junto a un jersey azul que conseguía que la prenda se ajustara. No era muy habilidosa con los peinados, así que decidí recogerlo en una cola alta mientras estaba por casa antes de salir para llevarlo suelto. No solía maquillarme muy recargado salvo para algún espectáculo de danza en el que actuase, pero en esa ocasión decidí maquillar los ojos en tonos suaves junto a un delineado en negro bien marcado que potenciara el color de mis ojos.

Me senté junto a Joan, como era habitual y aunque mamá se había esmerado preparando la comida, lo cierto es que la tensión de estar a su lado provocaba que mi apetito se esfumara como el viento.

—¿Dónde pensáis ir Nicola y tu? —preguntó mamá cuando los temas de conversación triviales habían tocado su fin.

Me encantaría mentir, sobre todo para que Joan no se enterase del lugar donde iría puesto que imaginaba que aparecería solo para chafar mi plan, pero por alguna razón no lo hice.

—A las atracciones del puerto —indiqué sabiendo que mamá recordaría mi infancia y la multitud de veces que me llevó cuando era pequeña.

—¿Es que tenéis doce años? —ironizó Joan y comprendí perfectamente que estaba pendiente de la conversación.

—Pues mira ahora que lo dices...

—Joan —inquirió su padre provocando que me callase—. Deja que tu hermana vaya donde quiera con su novio, ¿No haces tú lo mismo con Verónica?

—Por supuesto —contestó este sin admitir que ya no estaba con ella, ¿O es que habrían vuelto por enésima vez?

—¿Has vuelto con Verónica? —pregunté como si me pareciera de lo más intrigante el hecho de saberlo.

—¿Es que habéis roto? —preguntó mamá directamente a Joan.

—No. No hemos roto —concluyó y vi como miraba a su padre para después pinchar uno de los filetes con el tenedor y servírselo en su plato—. Solo fue un pequeño malentendido.

—Pues deberíais ir los cuatro juntos a las atracciones del puerto, después de todo sois todos amigos, ¿no?

¿Los cuatro?

Andrea y sus neurasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora