Cuando la locura se convierte en un arma poderosa.
**
Andrea es divertida, espontánea y un poquito neurótica, "solo un poco, eh". Sus amigas son geniales...
Mis bellas florecillas! Por fin saqué un hueco para escribir un breve instante, que disfrutéis, que después de este capítulo se viene lo intenso (o eso creo) jejejeje
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La fiesta de Halloween era uno de los primeros eventos que se celebraba en el instituto y todo aquel que quería ser alguien acudía con algún disfraz que intentara llamar la atención. Si echaba la vista atrás del año pasado a este, había una diferencia tan abismal que me parecía increíble que las cosas hubieran podido cambiar tanto. Mientras que el curso pasado huía literalmente de acercarme a esa fiesta, este año tenía más ganas que nunca de dejarme ver junto a Nicola con mi flamante vestido de novia gótico.
No es que fuese una indirecta de que en un futuro él y yo fuéramos a casarnos, menos aún si me ceñía al papel que mi personaje representaba en la película, después de todo yo sería "la otra" a la que nunca amarían, pero me conformaría con estar al lado de Verdini fingiendo que estábamos más enamorados que nunca durante el baile.
Había evitado a mi estupidísimo hermanastro como el que evita comer en casa cuando ves que tu madre ha comprado coliflor en el súper. Salía más tarde a clase, volvía antes, me encerraba en mi habitación o pasaba las tardes en casa de Vanessa o Lourdes fingiendo tener innumerables trabajos o ensayos de ballet y en el instituto no me separaba ni un momento de Nicola, algo que agradecí que él no impidiera. De un modo u otro, logré que Joan no pudiera acercarse a mi en aquella semana y media, tiempo más que suficiente para comprender el engendro del mal que tenía por hermanastro para tratar de desquiciarme de aquel modo tan rastrero.
No le había contado a nadie lo de aquel beso. Siendo sincera me daba vergüenza ajena revelarlo aunque fuera a mis mejores amigas. ¿Qué iba a decir?, ¿Qué gemí de placer cuando tocó mis labios? No... Ni yo misma perdonaba haber cometido tal descaro. Por más que intentaba dar coherencia a mis pensamientos para adivinar porqué demonios podía mi cuerpo traicionarme de aquel modo, preferí eliminar ese suceso de mi mente de por vida y evitarle a toda costa hasta que lo consiguiera.
Yo sabía que Joan lo había hecho por fastidiarme. Era consciente de que solo se trataba de uno más de sus sucios y rastreros chantajes o manipulaciones para joderme la vida, pero a pesar de ello no podía evitar en que demonios pensaba para propasarse de aquel modo. Primero había comenzado a atosigarme acercándose demasiado a mi para encararme, después aquel manoseo en la playa que casi había logrado olvidar, y ahora ese beso impulsivo para hacerme creer que yo le importaba y que de ese modo dejase a Verdini, a fin de cuentas era lo que pretendía con todo aquello, salirse con la suya y lograr que Nicola y yo rompiéramos.
¡Como si hubiera algo que romper!, ¡Estúpido ignorante!
Mamá me había ayudado a elegir el vestido más parecido al de la película en una boutique de antigüedades. Lo cierto es que estaba lejos de parecerse, pero haría perfectamente el papel, más aún cuando recorté el encaje que cubría el escote y las capas de tul bajo la falda para que pareciera más voluminoso. Incluso lo habíamos teñido con café para que pareciera un poco más viejo y tétrico.