[32] Tanto dolor

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[Vlots Black]

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[Vlots Black]

El dolor puede estar en todas partes, pero el bienestar no te lo otorga cualquiera.

Me despierto en un lugar desconocido.

Lo primero que percibo es que no puedo ver nada y que no puedo respirar con normalidad. En la zona abunda un intenso olor a podrido, como a ratón muerto o a cualquier tipo de carne en descomposición.

Casi pude imaginarme los gusanos enormes, amarillentos y viscosos haciendo huecos en alguna superficie introduciéndose en ella de forma lenta y asquerosa.

Tuerzo la nariz para evitar que el olor siga molestándome, tuve incluso miedo de que se tratase de mi cuerpo, pero de ser así sentiría aquellos mugrientos animalitos deslizándose sobre mi piel o de forma dolorosa en mi interior producidos por una herida riesgosa. No obstante, el único dolor que advierto es el de mis brazos y mis muñecas.

Luego una peste a humo, a carne chamuscada.

Aeveen, Catalina y Elliot...

Seguro es el infierno.

No creo que ningún otro lugar pueda combinar tan bien la maravilla de las llamas del infierno, el calor y la tortura, con el olor a putrefacción y a muerte.

A eso huele, a muerte.

Mi corazón late desesperado dentro de mi pecho y siento como mis brazos están estirados de una forma alarmante hacia arriba de mi cabeza, imposibilitando que me mueva.

Estoy atada con cadenas, puedo sentirlas, pero no puedo ver nada.

¿Tengo los ojos vendados?

No, mi cabeza está cubierta con algo, no puedo respirar bien, mi pecho se contrae con dificultad por la falta de aire.

¿Sí estoy viva o así te reciben en el infierno?

—Vlots Black Abercrombie...

Mi corazón comienza a latir aún más fuerte, de una forma descontrolada, como si fuera a estallar dentro de mi caja torácica y mis pulmones a comprimirse hasta que fueran perforados de forma brutal por mis costillas.

Me escasea el aire y ellos saben que estoy despierta.

Conozco esa voz.

¿Era posible que fueran voces del más allá?

Puedo jurar que la he escuchado antes, pero no sé de quién proviene.

—Estaba ansioso de que volvieras del convento —Es un hombre mayor quien me habla—. Estuve preparando todo esto para ti durante todo este tiempo. ¿Lo estás disfrutando?

Psicópata.

Está perturbado.

—¡¿Quién eres?! —exclamo de forma ruidosa, sólo para comprobar que efectivamente mi cabeza está metida dentro de un saco.

El miedo de Drox © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora