[4] Creando el fuego

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[Drox Bowers]

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[Drox Bowers]

Creando el fuego.

En los sombríos dominios del pueblo de Dunkeld, cada viernes está marcado por un ritual tan antiguo como siniestro: La creación de una hoguera, que arde con un fuego impío y se erige en las orillas del impetuoso río, cuyas aguas serpenteantes murm...

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En los sombríos dominios del pueblo de Dunkeld, cada viernes está marcado por un ritual tan antiguo como siniestro: La creación de una hoguera, que arde con un fuego impío y se erige en las orillas del impetuoso río, cuyas aguas serpenteantes murmuran secretos olvidados entre los árboles centenarios. 

Donde pronto habrá una muerte.

Este lugar, envuelto en las tinieblas de una noche eterna, está abrazado por la tétrica presencia de una catedral de piedra grisácea y un cementerio, cuyas lápidas yacen ocultas bajo un manto de niebla perpetua.

Es en este escenario de sombras y plegarias donde se despliega la perturbadora ceremonia, y donde los habitantes de Dunkeld se reúnen en un silencio sepulcral.

Con rostros pálidos iluminados por el resplandor infernal de las llamas, se entregan al antiguo rito con una mezcla de miedo y devoción. Pero más allá del crepitar del fuego y los murmullos del río, se percibe un palpitar maligno, un eco de una presencia desconocida que yace oculta en las profundidades del tiempo.

Entre las sombras que danzan alrededor de la hoguera, algo más acecha con voracidad. Un ente primordial, impregnado de oscuridad y antigua malevolencia, espera pacientemente entre los pliegues del universo para desvelar su poder y enfrentarse a aquellos que osan desentrañar los misterios prohibidos de Dunkeld. Así, mientras los valientes exploradores se aventuran en las sombras de este pueblo maldito, el aliento helado de lo desconocido se cierne sobre ellos, recordándoles que en la oscuridad más profunda aguardan horrores inimaginables.

Aquella hoguera, envuelta en el manto de la noche, se convierte en el teatro macabro de un ritual tan profano como intrigante: la supuesta «expiación de los pecados ejecutados en la semana». Los miembros de la congregación de la iglesia «La luz del mundo» acuden en masa junto a sus familias, arrastrando consigo sus culpas y temores en una procesión silente hacia las llamas danzantes.

Yo, espectador solitario entre las sombras, observo con un desdén frío esta puesta en escena de fervor y fanatismo. Jamás me he unido a la congregación, pues no encuentro en sus prácticas ninguna razón para apartarme de mi propia senda solitaria. ¿Por qué habría de arrodillarme ante el fuego como un cordero sacrificado, clamando misericordia a un padre divino cuya existencia misma cuestiono?

El miedo de Drox © [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora