El miedo de Drox © [✔]

[45] Cinco días

[Drox Bowers]

Cinco días para desatar el infierno.

—¿Entonces Blair fue violado? —pregunta Vlots retornando el tema.

—No —Frunzo el ceño y Evaleen junto conmigo—. Tu tía lo contrató —le explico—. Por supuesto, no sabía que también era un cerdo asqueroso.

—¿Cómo lo supiste?

«Catalina me lo dijo».

Estoy muy harto de mentirle, sin embargo; abrir aquella conversación sería darle paso a nuevos problemas como las noticias sobre Elliot.

Que ya sé que no está muerto.

Eso no me hizo bien.

Elliot vivo no es más que un problema. A veces la muerte es la mejor escapatoria para el dolor. Dolores como ser preso de una maldita sociedad por culpa de tu hermana y tú tía, o como saber que tu otra hermanita está muy lejos de ti sufriendo y sintiéndose culpable por tu muerte.

Elliot no está bien.

La información y el saber son circunstancias peligrosas.

Después de todo, por eso él está allí; por la información.

Conocer tantos secretos lo había encadenado a la SBCC. Y no solo eso, también las gruesas cadenas de hierro que lo apresan a la esquina de aquel oscuro sótano en el medio del bosque, con una sola ventana de tres rejas por las que se cuelan las luces amarillentas y poco esperanzadoras que iluminan aquel lugar. Allí se encuentra él, escuálido, mugriento y ya no se distingue el color brillante de sus cabellos pelirrojos por el lodo.

Elliot no ha muerto.

Él está muriendo por el dolor.

—Tengo mis contactos —Es todo lo que digo.

No quiero decirle que su hermano es un esclavo de la sociedad, ni que la boda no es el único componente para el ritual... Ellos volverían a utilizar de nuevo a los trillizos en diciembre. Lo estaban planeando porque su venganza no está completa.

—Nunca me dices nada... En serio estoy muy cansada.

—Ni siquiera deberías estar aquí, Drox —dice Evaleen—. Campbell te dijo que no te acercaras a Vlots hasta después de la boda. Nos pones en riesgo a todos.

Chasqueo la lengua.

—Eso era mientras estaba en el hospital —respondo—. Salí tres días antes de que caiga la nieve.

Ambas fruncen el ceño.

—¿Y eso qué tiene que ver? —pregunta la rubia.

—¿Cómo sabes que va a caer nieve en tres días? —Sigue Vlots.