[Vlots Black]
Irreverente.
—¡¿En la autoridad del padre...?!
—¡GOZO!
—¡¿En su nombre...?!
—¡JÚBILO!
Bruce Caskey es la definición perfecta para la palabra incompetente sumado a inútil e ineficaz.
Eso es lo único que circula por mi mente mientras lo observo deambular de un punto a otro en la parte frontal de la iglesia, donde una semana atrás había estado suspendido de las manos el cadáver de la madre de mi mejor amiga, con el micrófono muy cerca de su boca profesando palabras sobre lo afortunados que somos de encontrarnos aquí.
Para nuestra desdicha es el regente del reverendo y automáticamente algo le sucede al señor Blackwater el cargo queda de forma total en sus manos.
Igual que la secretaría del grupo de jóvenes queda en manos de Brianna Allender tras la muerte de Delaney.
Yo, por otro lado, no tengo ningún cargo, solo formo parte del grupo de alabanzas.
—Amados hermanos, vamos a cantar el coro para recoger las ofrendas —El hombre vestido de negro aplaude con motivación mientras Rory comienza a tocar las teclas del piano con desgana, al fondo del lado derecho del altar vestido también de negro frente a las majestuosas cortinas color escarlata—. Vamos, chicos. Pasen al frente.
¿Este hombre es loco?
¿A caso no sabe que estamos de luto?
A su suerte Cormack Blackwater no está aquí, pues creo que las manchas de la sangre de su esposa aún no terminan de borrarse de las cerámicas y ya nos están pidiendo que cantemos sobre ellas.
El cuerpo de Evaleen se tensa bajo la luz del cálido sol que entra por la ventana, pero a pesar de, suelta mi mano para que me levante de su lado y un tanto indecisa me alzo sobre mis pies, obedeciendo.
Brianna Allender, Blair Armstrong, mis hermanos, Malcom Webster —nuestro vecino de en frente—, Bedelia Cromwell —la vecina de Drox—, Meribeth Campbell —la hija del coronel—, y yo, caminamos hasta la esquina izquierda del altar, contrarios a Rory.
La pelirroja y yo nos ubicamos a cada lado de Blair como de costumbre siendo los tres más altos del grupo, luego siguen Bedelia y Meribeth frente a nosotros y los tres niños de último en la parte frontal, Alec, Malcom y Adair, en ese mismo orden.
Cuatro pelinegros y cuatro pelirrojos.
El coro está incompleto.
Nuestras voces se alzan por la iglesia y cierro los ojos mientras le pido clemencia al padre celestial por estar ante su presencia luego de todos mis pecados, no solo por los besos que había compartido con Drox y mis mentiras, sino también por esas cosas horribles que había hecho y que creía que podría superar con el tiempo.
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El miedo de Drox © [✔]
Teen FictionEn las sombrías calles de Dunkeld, un tranquilo pueblo donde las sombras esconden secretos y sus habitantes se aferran a la ilusión de la perfección, Vlots decide desafiar las implacables reglas y las rígidas costumbres religiosas que gobiernan cada...