EPÍLOGO

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En la catedral de San Pietro in Vincoli en Roma, el Papa Abel V con el dorado Anillo del Pescador en su dedo anular izquierdo, abría delante de varios cardenales una carta donde se informaba sobre la invasión vikinga y el nuevo rey pagano en Pendragón.

—¡Enviad hombres por todos los estados vecinos! —decretó el Santo Padre—. ¡Decidles que Dios Nuestro Señor los llama para combatir al enemigo y que si no hacen nada los paganos acabaran yendo a sus casas y a por sus mujeres! ¡Decidles que quien logre matar a ese rey recibirá honores y monedas de plata! Quiero que cada hombre, mujer y niño vikingo arda hasta que sólo queden cenizas —añadió con crudeza, arrugando la carta en su mano.

—¿Los niños también? —preguntó un cardenal con voz ronca.

—¿No me he explicado con claridad? Los niños pueden sostener un arma y cuando crezcan querrán vengar a sus padres —aclaró con serenidad—. Hoy no harán nada pero mañana buscarán venganza y no podemos permitirlo.

Apresurados, los cardenales salieron de la catedral y se montaron en sus blancos caballos dirigiéndose cada uno en una dirección diferente, dispuestos a comunicar al pueblo la noticia.

Mientras tanto en la oscuridad de la noche Morgana, sin expresión ninguna en la cara y sin poder hablar, se dirigía hacia el lago Awe con la Espada de Poder en sus manos, dominada y guiada por aquella voz mayor y femenina en su cabeza como si no tuviera voluntad propia o estuviera muerta.
Al llegar, la joven vio en la orilla a una anciana que esperaba con ansias el regalo que le traía. Al fin podía ver la identidad del susurro que había estado jugando con su mente, se trataba de Cailleach, la guardiana del mundo de los espíritus.

El cuerpo de Morgana se movía por sí solo y a pesar de no querer entregar la espada a esa mujer, sus brazos se la dieron. Cailleach la había utilizado como un títere sin libertad de decisión y le había entregado la Espada de Poder.
De repente, la anciana se desvaneció y cientos de arañas negras y marrones salieron de entre las sombras rodeando a la Viuda. Con sus peludas patas recorrían todo su cuerpo mientras ella miraba hacia la luna con los brazos extendidos y sus lágrimas se resbalaban por las mejillas de su inexpresivo rostro sin poder huir ni pedir ayuda hasta que quedó completamente engullida por una enorme montaña de arañas.

FIN

Gracias por todo el apoyo y espero que les haya gustado mi historia.
Aclaración: No habrá continuación de esta historia.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora