VEINTICUATRO

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El castillo en ruinas de Graymalkin invitaba al olvido con las viejas columnas, el gran salón desértico y los jardines abandonados y marchitos. Los pies de Nimue, Ardilla y el Monje Llorón pisaban con sigilo al avanzar apresuradamente entre las ruinas, que combinaban el paraje devastado con el amor de dos amantes del pasado.
Tras ocultarse no tardaron mucho en irse los Paladines Rojos.

—Se fueron —suspiró Ardilla—. Pensé que empezarían a buscar debajo de las piedras —añadió con burla mientras salían del escondite antes de pronunciar la pregunta que los dos se hacían—. Nimue ¿Y la espada?

La joven dudó por un momento y miró al monje desconfiadamente antes de contestar.

—La tiene Merlín.

—Menos mal, pensé que la tenían nuestros enemigos —proclamó el chico sin esconder su alivio—. Nimue hay algo que aún no te he dicho. ¡Lo conseguiste!

—¿Qué quieres decir?

—Los barcos zarparon y los Fey están a salvo.

—Lo sé —respondió tranquila sin perder de vista al monje que miraba incomodo las ruinas y continuó—. Lo conseguimos, pero no podemos relajarnos. Aunque no tenga la espada debo ir a Pendragón y hablar con el rey Uther para convencerlo de unirse contra la Trinidad y así algún día los Fey podrán volver a casa.

Los ojos de Ardilla radiaba emoción al poder ser parte de una misión, pero antes de que abriera su boca Nimue se anticipó.

—Se lo que piensas, pero no iras conmigo. Es muy peligroso.

—No me importa el peligro, quiero acompañarte.

—Ardilla...

La joven vio la determinación en los ojos del chico y sabía que cuando se le metía una idea en la cabeza era difícil quitársela.

—¡Soy un caballero Nimue! Gawain me nombró.

—¿Gawain? ¿Y dónde está?

La cara de Ardilla se ensombreció dirigiendo la mirada al suelo.

—Está muerto —terció el monje al ver que el chico no contestaba.

La joven tardó en reaccionar unos segundos y contuvo las lágrimas al saber que su viejo amigo ya no estaba en este mundo. Ardilla elevo la cabeza y continúo.

—Nimue con nosotros tres--

—Un segundo, él no viene —interrumpió severamente.

—Me salvo la vida, dio la espalda a los Paladines y es como nosotros.

—¿Cómo dices? ¿Un Fey? Increíble, ahora lo entiendo todo... —comentó observando al encapuchado—. ¿Los escuchas verdad? Por eso no dejabas de mirar a tu alrededor, porque tienes sangre Fey —dijo ella con reticencia mientras se cruzaba de brazos.

—¿Qué son? —preguntó el monje.

—Festa y Moreii, los amantes de este lugar. Tal vez no les gusta que tú estés aquí.

—¿De qué habláis? Yo no oigo nada —replicó el chico molesto al no poder seguir la conversación—. No importa, escucha Nimue, con su ayuda en el camino a Pendragón no tendremos que preocuparnos por los Paladines Rojos.

—La confianza se gana Ardilla, mató a muchos Fey, lo sabes bien —alegó ella con voz seria.

—Podremos con ellos, piénsalo bien. Con la Bruja Sangre de Lobos, el temible Monje Llorón y por supuesto con el veloz, apuesto y hábil Ardilla —nombró ensalzando esa última parte con orgullo provocando en Nimue una leve sonrisa.

El monje se sorprendió al ver por primera vez aquella expresión en la bruja. Todas las historias que el padre Carden contaba a los fieles sobre ella eran horribles, pero en ese momento no podía ver oscuridad en ella, solo una dulce sonrisa.

—Ya no hay lugar para mí en la iglesia —intervino él—. Pensé que hacia lo correcto, que seguía el camino de Dios... pero ahora sé que no —añadió mientras miraba a Ardilla—. Nimue, sé que no recibiré nunca el perdón por mis actos y probablemente nunca llegues a confiar en mí, pero al menos permíteme resarcirme y evitar más muertes innecesarias.

Una pausa inundó el lugar, esperando con impaciencia y suspense una repuesta decisiva por parte de ella.

—Está bien —sentenció—. Ahora sin la espada necesitaremos toda la ayuda posible, pero si nos traicionas te mataré, aunque sea lo último que haga.

—No esperaría menos —respondió el monje mientras asentía.

Solo el tiempo dirá que deparará el camino de esa inusual alianza entre el fuego y el agua. Por el momento, prepararon una misiva y se dirigieron con precaución a Pendragón esperando que el Rey Uther los recibiera.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora