TREINTA Y TRES

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Al caer el sol, los padres de Caili deambulaban por la casa de un lado a otro asegurándose de que todo estaba en su lugar antes de la llegada de Darrell para cenar.

—¡Venga Caili, recógete el pelo y sube a vestirte ya casi es la hora! —alzó la voz Briana—. Te he dejado el vestido amarillo con adornos blancos sobre la cama.

—Odio ese vestido, madre.

—Odias todos los vestidos, ahora ve. Cuando termine de colocar los platos te ayudo a arreglarte el pelo.

La chica obedece mostrando un gruñido de disgusto.
Tras unos minutos, Alexandre recibió en la puerta a un elegante joven vestido con colores negros y marrones y unos bellos narcisos amarillos que sujetaba en la mano.

—¡Bienvenido Darrell! —exclamó Alexandre estrechándole la mano.

—He traído estas flores para su esposa.

Al escuchar la voz del joven, Briana bajo apresuradamente por las escaleras para recibirlo.

—Es un detalle Darrell y que elegante que estás.

—Debía vestirme acorde a su belleza señora y por su puesto a la belleza de Caili —dijo sonriendo buscando con la mirada a la joven—. Por cierto, ¿Dónde está?

—Enseguida baja, por favor siéntate —verbalizo Briana señalando una de las sillas de la mesa del salón.

—Bueno, no es nada nuevo que las mujeres necesiten su tiempo para arreglarse —añadió Darrell mofándose y riendo junto con Alexandre.

De pronto, la chica bajó torpemente por las escaleras mirando sus pies para intentar no pisar el largo y voluminoso vestido. Fue complicado pero consiguió llegar abajo sin tropezarse.

—Estás hermosa Caili —halagó Darrell.

—Ya... gracias —respondió la chica incomoda cuando su madre vociferó desde el otro lado del salón.

—¡Caili ha hecho la cena de esta noche! No es muy hábil en la cocina, pero ha dado lo mejor de ella con un poco de ayuda.

—Estoy seguro de que todo estará delicioso señora, pero antes me gustaría que me permitieran obsequiar a mi futura esposa con un regalo —dijo sacando un collar del bolsillo izquierdo y colocándolo en el cuello de ella—. Es lapislázuli, una piedra valiosa de un reino del sur muy lejos de aquí.

—Es muy bonito... y caro —soltó el padre sin pensar mientras tragaba saliva al ver aquella extraña piedra por primera vez.

El accesorio estaba compuesto por tres pequeñas gemas circulares, una más grande que las otras, con un hermoso color azul opaco.

—Me recordó al color de tus ojos Caili —continuó Darrell—. Sé que no está a la altura de tu belleza, pero espero que te guste.

—Sí, claro —contestó vagamente ella cuando, de repente, su madre pellizco su brazo disimuladamente y prosiguió—. Quiero decir, gracias... es un detalle muy bonito por tu parte.

Briana sonrió satisfecha y aliviada por la respuesta de su hija.

—Bueno, si os parece bien, demos gracias por estos alimentos y empecemos a comer —expresó el padre.

Platos llenos de un guiso de ternera llenaban la larga mesa rectangular dejando un amplio espacio entre cada comensal. Tras rezar, empezaron a comer y al poco tiempo siguió la conversación.

—Darrell me gustaría que habláramos sobre la fecha de la boda —soltó bruscamente Alexandre—. Creo que cuanto antes sea mejor.

Los músculos de Caili se tensaron como si estuviera escuchando una charla de negocios entre su padre y su prometido siendo ella el producto que vender.

—Estoy de acuerdo, señor —respondió Darrell—. No hay por qué esperar, siempre que Caili esté de acuerdo.

Tres pares de ojos expectantes se posaron sobre ella. La chica posaba sus ojos de la indescifrable expresión de su madre a la cara nerviosa y ansiosa de su padre que rezaba en silencio para que se comportara debidamente. Ella no deseaba casarse con aquel hombre, pero no veía que tuviera opción de negarse. No quería decepcionar a sus padres y la presión social y las deudas que tenían no ayudaban.

—No... no hay problema —contestó Caili con un tono abatido.

Grandes sonrisas se dibujaron en las caras de su padre y su prometido que brindaban por el compromiso, aunque extrañamente su madre no sonreía junto a ellos. La velada transcurrió tranquila y sin problemas. Briana, quien estaba perdida en sus pensamientos durante toda la cena, miraba su plato dando vueltas a su comida con la cuchara sin probar bocado mientas Caili la observaba con curiosidad.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora