TREINTA Y CINCO

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El mar estaba en calma, apenas había olas y los vikingos descansaban en los barcos tras la batalla. El Rey de los Hielos permanecía en las colinas cerca del puerto mientras que Lanza Roja, Arturo y Morgana se encontraban en la cubierta junto a Pym, quien cosía la herida de uno de los hombres de Cumber, cuando una voz grave irrumpió en el exterior del barco.

—¡Parece que os habéis divertido!

Aquel comentario irónico hizo que los cuatro voltearan hacia el puerto avistando a dos conocidas personas quienes observaban los cuerpos vikingos tirados por el suelo.

—¡¿Morgana?! —gritó Arturo al reencontrarse con su hermana quien subía al barco con rapidez aliviada de volver a verle—. ¿Cómo nos habéis encontrado?

—Los barcos se ven a kilómetros de aquí, debéis tener cuidado —reprendió Morgana.

El joven soltó una leve sonrisa y se percató del cinturón que portaba el mago.

—Merlín, ¿por qué tienes la Espada de Poder?

—Bueno, hemos tenido algunos problemas... pero no os preocupéis.

Disfrutando de la reunión, Pym recordó con gran euforia una noticia inesperada que había escuchado mientras curaba a los vikingos del Rey de los Hielos.

—Casi me olvido, hay algo que tenéis que saber —comenzó la chica—. Los vikingos del rey Cumber dicen que la Bruja Sangre de Lobos está en Pendragón.

—¡¿Qué?! ¿Nimue? —cuestionó Merlín dispuesto a ir a por su hija.

Arturo, en cambio, se mantuvo pensativo e inmóvil antes de hablar.

—Me quedaré... —soltó—. Me aseguraré de que los Fey estén a salvo antes de que zarpen hacia Ávalon. La Trinidad podría encontrarlos, además prometí ayudar a Ginebra por salvarnos en aquella playa y sé que Nimue estará bien contigo Merlín.

—Las promesas nos persiguen —dijo el mago sin que los demás lo entendieran—. Morgana, quédate con tu hermano.

—¿Estarás bien solo Merlín? —preguntó la viuda con preocupación.

—Pues claro, mi magia ha regresado.

La viuda dudó por un segundo pero asintió ante la petición del mago y le dedicó una sonrisa antes de decirle unas últimas palabras.

—Iremos contigo cuando los barcos se vayan. Ten cuidado, Merlín.

Siguiendo el amanecer del sol, el mago se dirigió hacia Pendragón a la vez que Arturo, Morgana, Lanza Roja y Pym se quedaban en el puerto con la flota.

Más tarde, la viuda se encontraba ansiosa deseando contarle a su hermano todo lo que había pasado, pero no sabía cómo expresárselo adecuadamente y temía como podría reaccionar.

—Arturo... tengo que decirte algo.

—¿Qué ocurre?

—No soy la misma persona que conocías.

El joven se acercó a su hermana con expresión seria agarrándola por los hombros.

—¿Qué quieres decir Morgana? Me estas asustando.

—Me he convertido en la viuda —soltó bruscamente tras una pausa.

Aquella frase que huyó desesperada de su boca sorprendió a todos provocando un silencio sepulcral e hizo que el ambiente se volviera extraño. Morgana buscaba en los ojos de su hermano consuelo y apoyo porque, aunque ella no lo admitiera, le aterraba saber en quien se había convertido y sobre todo el pensar que ya no podría reconocerse a sí misma.
La inesperada revelación hizo que Pym mirara perpleja a la nueva viuda y clavara por accidente casi la mitad de la aguja al hombre a quien estaba cosiendo la herida, provocando que este se levantara abruptamente y se fuera gruñendo.

—He oído hablar de un ser con gran poder que se lleva las almas —rompió el silencio Lanza Roja—. Pero honestamente no me lo creo. Suena como algo que solo los dioses podrían hacer y, si fuera verdad, definitivamente me gustaría verlo —dijo incrédula con un tono de burla.

Arturo atónito no podía aceptar lo que sus oídos escucharon. Ser la viuda significaba vagar por las sombras en soledad toda la eternidad en busca de moribundas personas.

—¡¿Estas bromeando Morgana?! ¿Cómo ha podido ocurrir?—interrogó su hermano disgustado y asustado.

—La maté. No sé por qué pero lo hice.

Morgana se entristeció, no era la reacción que quería ver en su hermano y su miedo en ella misma creció.
El sonido de una palmada en el aire deshizo el tenso y extraño ambiente.

—Bueno, dejando a un lado esas leyendas, hay algo que apremia en estos momentos —dijo cambiando de tema Lanza Roja mientras Arturo aún observaba a su hermana preocupado—. Mis hombres dicen que los lugareños que viven aquí hablan de que el rey Uther Pendragón está preparando su ejército asique nosotros debemos prepararnos también para la batalla, el falso rey pronto será destronado.

—¡¿Otra batalla?! —se quejó Pym en voz alta como si de una niña pequeña se tratase.

—¿Hay algún problema? —dijo la joven vikinga arrojándole una mirada penetrante mientras se cruzaba los brazos—. La vida es como un viaje por el mar Pym, hay días de calma y días de borrasca.

Mientras todos hablaban entre ellos, la viuda solo podía oír la siniestra voz que le susurraba en su mente.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora