VEINTITRÉS

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Por el empedrado camino hacia la catedral de un pueblo, la hermana Iris se dirigía apresuradamente para hablar con el abad Wicklow y contarle todo lo ocurrido.

—Señor —dijo arrodillándose ante él manteniendo la mirada en el suelo.

—¿Qué haces aquí? ¿Acaso ya me traes la cabeza del mago o la espada demoniaca?

—No señor. Hay algo que debería saber.

—¿Qué ocurre?

Los ojos de la hermana pasaron del suelo de piedra a la cara del abad.

—La bruja sigue viva señor y el impío Monje Llorón ahora lucha con ella y los Fey.

Las venas a punto de explotar en la cara del abad mostraban como su furia crecía. Tomando aire levantó su brazo derecho y uno de los hombres de la Trinidad se acercó a la hermana Iris, que aún permanecía de rodillas, y la agarró por el brazo.

—Dijiste que la bruja había muerto. Mentiste a la Iglesia y mentiste ante Dios Todopoderoso —manifestó.

—No lo sabía. Lo siento —contestó Iris con gran pesar con la cabeza inclinada hasta el suelo —. Perdóneme se lo suplico.

—Tendrás que pagar por tu ineptitud, hija mía —dijo fríamente observándola desde arriba y prosiguió mirando al hombre de la Trinidad —. ¡Llévensela! Que la azoten —ordenó al hombre.

—¡Señor, lo enmendaré!

—Lo sé, pero ahora deberás absorber tus pecados y recibir el perdón de Dios.

La hermana Iris asintió sin oponer resistencia mientras el hombre la levantó del suelo llevándola hacia el exterior del pequeño pueblo.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora