DIECISÉIS

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Arrojándolo sin cuidado al duro suelo de la cueva el rey observaba con arrogancia al mago Merlín. Los leprosos lo transportaron ante él dejando atrás a Morgana.

—Esto se está convirtiendo en una costumbre Rugen.

—¡Su Majestad! —lo corrigió Kalek.

—Por supuesto... —dijo Merlín inclinando un poco la cabeza.

Los leprosos que habían cargado al mago desaparecieron como fantasmas errantes.

—¿Dónde está?

—¿Directo al grano? Primero Nimue, luego la espada —exigió Merlín.

El ambiente era tenso y difícil de respirar.

—Majestad... —irrumpió en la sala uno de los leprosos con voz titubeante.

—Estamos en una reunión. ¡No interrumpáis!

—Majestad es importante.

—¡Qué! —gritó Rugen haciendo temblar el suelo.

—No está. La Bruja Sangre de Lobos no está.

Merlín hizo una mueca burlona que intentó esconder mientras que el rey enfurecido se percató de que su ventaja ha huido.

—¡Imbéciles! ¿Cómo se os ha escapado? —interpeló él con los ojos inyectados en sangre.

Sus siervos intentaban apaciguar su ira pero el Rey de los Leprosos tiraba sus amados tesoros hacia ellos. El mago respiró hondo y mostro una sonrisa al furioso rey.

—Rugen de nada sirve retener a un pájaro en una jaula de oro cuando lo que quiere es volar.

—Déjate de metáforas Merlín. No importa, no cambia nada, la chica está sana y salva como prometí. Es hora de que cumplas tu promesa y me entregues la Espada de los Primeros Reyes —dijo el rey con voz áspera—. ¿Y la espada?

—La espada ya eligió a su portador y como prometí daré la espada a su majestad, y es lo que voy a hacer.

El mago hace una pausa mientras que el rey Rugen sonreía maliciosamente esperando que se la entregara.

—Se la devolveré a su reina, a Nimue —anunció Merlín.

—¡Eso no fue lo que acordamos! —replicó Kalek malhumorada.

—Soy responsable de lo que digo, no de lo que entiendas Kalek —sonrió el mago volteándose veloz hacia la salida.

Decenas de leprosos le perseguían por el camino. Merlín no pudo evitar sentir un deja vu esperando que lo mismo que funciono en su momento le funcionara ahora.

Venga Morgana, ¿Dónde estás? —pensó.

A las afueras del lugar Merlín freno en seco delante de un precipicio en el que no se vislumbraba el fondo pero estaba seguro que había más de 100 metros de profundidad. No tenía escapatoria.
Los ojos del mago centelleaban mientras unos rayos salían de la palma de su mano carbonizando a la turba, pero cada vez aparecían más y se abalanzaban al mago.

Merlín tomo aire y saltó hacia el abismo evitando que le atraparan. Mientras caía al vacío, una nube negra apareció en el aire cerca de él como una sombra espesa proyectando un remolino de aire frio que le transportó a un lugar soleado con hermosas margaritas.

—Por los pelos. Pensé que no aparecerías Morgana.

—Me pregunto porque Nimue y tú me dejáis al cuidado de la espada —dijo con las manos en la cintura—. Merlín, esto ha sido muy arriesgado, ya te dije que aún no controlo esto —añadió Morgana con respiración agitada.

—Entonces tendremos que arreglarlo.

Cursed 2 (Maldita 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora